viernes, 25 de mayo de 2012

Drogba y el Chelsea terminan su cruzada

   El delantero de Costa de Marfil fue la apuesta del ruso Roman Abramovich, que compró el Chelsea en 2003 con el fin de ponerlo en la cima del fútbol europeo. No se equivocó: Didier llenó de gloria al club y cumplió su misión al liderarlo hacia la Champions League.
 El costamarfilense, de 34 años, es un enorme delantero que se destaca tanto por su enorme destreza y su potencia como por su carácter de guererro y triunfador, que era la imagén necesaria para lograr el sueño del magnate de Rusia.
 Tuvo una infancia dura en Abiyán, en la que lidió con problemas familiares, económicos y tuvo que dejar sus estudios para viajar a Francia en busca un futuro. Parecía que lo lograría a llegar al Le Mans, pero no tuvo un buen rendimiento y el equipo de la segunda división lo vendió sólo por 80 mil libras al Guingamp. Allí, empezó a adaptarse y logró una buena cifra de 17 goles en 34 partidos, que lo catapultó al Olympique de Marsella -fue vendido por 5 millones de euros-. En el Velodrome mejoró su cuenta goleadora y fue elegido mejor futbolista de la Ligue 1 -con 19 anotacioens en 35 encuentros-. Llevó al equipo a la final de la Copa UEFA, aunque perdió con el Valencia CF. La hora había llegado: por 24 millones de libras -convirtiéndose en el marfileño más caro de la historia-, los caminos del nuevo Chelsea de Roman y el africano se cruzarían para comenzar a labrar la época exitosa de ambos.
 En Stanford Bridge, comandado por José Mourino, comenzaría con un gol para no parar más y convertirse en goleador de la Premier League en dos ocasiones y empezar a darle títulos a un equipo que durante 50 años tuvo sus vitrinas vacias. Las primeras tres ligas de su historia, junto con tres FA Cups, dos Carling Cups y dos Community Shields convirtieron a este equipo con plantel millonario a ser el mejor de Inglaterra en este siglo, junto con el Manchester United. El punta fue la estrella en cada uno de los trofeos levantados, convirtiéndose en el único en anotar en seis finales de copas inglesas, como también se consolidó como máximo anotador del equipo en copas europeas.
 En el medio de esta carrera ascendente, el delantero logró consolidar una familia y mostrarse como un ícono y ejemplo de su raza y su pueblo, tanto adentro como afuera de la cancha. El Mejor Jugador Africano clasificó a su selección -de la que es el mayor goleador histórico con 55- al Mundial de Alemania 2006 y utilizó su imagen como medio para pedir, arrodillado en medio del campo y ante las cámaras y los ojos del mundo, que los dos bandos que se enfrentaban en una cruel guerra en su patria se detengan y que haya paz. La respuesta fue el cese de la guerra civil que había durado cinco años.
 Parecía que no había nada más por conseguir para Drogba, pero sí lo había: todavía quedaba la promesa de conseguir la orejona. Esa que tanto se negaba y que el fútbol le debía a los londinenses.
 Series apretadas contra el Liverpool -con goles fantasmas incluidos-, penales errados, una final en la que una resbalada del capitán blue negó el título y un bombazo de Andrés Iniesta en el minuto 93 -en el famoso Desastre de Stanford Bridge- parecían ser un golpe tras otro para las ilusiones de los azules.
 Pero todo cambio en 2012, un año en el que se un proyecto que parecía destinado al éxito con André Villas-Boas se desmoronó y un nada mediático Roberto Di Matteo tuvo que agarrar hasta el final de la temporada. Primero, se levantó la cuarta FA Cup contra el Liverpool. Y el final fue la soñada Copa de Europa en, quizás, el año que menos mereció y menos la esperó.
 Luego de una serie durísima contra el Napoli, una serie recordada contra el verdugo Barcelona y una final contra el "Campeón anticipado" Bayern Munich en su estadio, el Chelsea FC llegó a la cima. Todo gracias al héroe más esperado, que puso el empate sobre el final de los 90 y metió el penal decisivo para cerrar la historia. ya no hay nada más que alcanzar. Con su contrato terminado -luego de 157 goles en 303 partidos, quedando como uno de los máximos artilleros históricos- y su decisión tomada de dejar Londres, Didi puede ir a donde quiera. Su misión está cumplida.





lunes, 14 de mayo de 2012

Kun Agüero: el soñador

   Si no fuese por Lionel Messi -el mejor futbolista del mundo y uno de los mejores de la historia- Sergio Agüero sería sin dudas el mejor jugador argentino del planeta. Los récords que quiebra el rosarino del Barcelona y sus actuaciones descomunales de cada fin de semana minimizan a los demás "terrestres" y eclipsan lo que hace el ex Independiente, que está formando año a año una carrera genial y demostrando que, con el corazón, fútbol y sueños, se puede llegar muy lejos.
 Agüero comenzó a labrar su camino en Independiente, en donde debutó a los 15 años -récord en Argentina- y brilló con sus primeros destellos, enamorando a los hinchas del fútbol argentino con su carisma, su buen juego y sus grandes goles -como en los clásicos ante Racing Club, al que le anotó 3 veces en la misma cantidad de encuentros-. 56 partidos y 23 tantos fueron los números de la perla de la cantera del rojo de Avellaneda.
 Ya de joven también inició su relación con la camiseta de la selección nacional -quizás, la que más alegrías le dio y la que mejor le queda- ganando dos mundiales juveniles -el de 2005, con Messi de compañero, y el de 2007, en el que fue figura y goleador- y una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
 Su siguiente destino fue Madrid, a donde emigró en el 2006. No el Real, sino el Atlético. Ese club destinado a vivir a la sombra del equipo blanco. Ese club que ganó Liga y Copa en la temporada 1995/96, para descender al año siguiente. Ese que tiene a la hinchada más fiel de su lado, como también a la mala suerte. Y que, además, perdió al niño Fernando Torres, que se había ido al Liverpool inglés. El Kun llegó, entonces, con la tarea de devolverle la gloria perdida al colchonero y a hacer olvidar al último ídolo rojiblanco.
 Sus 5 años en el Atleti despejaron todas las dudas: 101 goles -entre ellos, tres al Real Madrid y seis al Barcelona- 2 títulos (Europa League y Supercopa de Europa 2010) y un sinfín de alegrías, cómo la clasificación a Champions League en el 2008, después de 10 años. La maldición se había roto, el equipo era uno ganador otra vez.
 Aunque no pudo ganar nunca el derby de Madrid -que ahora tiene una hegemonía blanca de 12 años- el argentino sí tuvo dos grandes victorias contra los blaugranas en el Vicente Calderón: recordado un 4 a 2 -con dos goles y dos asistencias suyas en, quizás, su mejor presentación- y un 4 a 3 en el que hizo un doblete y definió todo en el último minuto. Sus dos tantos al Chelsea en un 2 a 2 en la Champions 2009 fue lo que permitió a los madrileños quedar en la Europa, en la que vencieron al Fulham por 2 a 1 en la final 2010 -con dos asistencias del 10 para Diego Forlán, su mejor aliado en el equipo-. Meses después, anotó para derrotar al club campeón del mundo, el Inter de Milán, por 2 a 0.
 Sergio dejó Madrid siendo capitán y figura indiscutible para un Atleti que clasificó a Europa -como cada año que el crack estuvo en el plantel- puramente por su magia, ya que Forlán no jugaba por problemas con el técnico y la dirigencia y el resto del equipo estaba en un nivel muy bajo. Su último partido fue contra el Mallorca: 4 a 3 con triplete del delantero. Sin embargo, la hinchada no le perdonó su salida al Manchester City a mediados del 2011. Quizás por alguna declaración del de Argentina, que pidió que lo dejarán ir para cambiar de club y crecer. O quizás porque sentían la impotencia que generaba la ida de su último gran estandarte.
 En medio de las negociaciones con el City, Agüero disputó la Copa América en Argentina. La selección tuvo un nivel bajísimo y quedó afuera en cuartos de final contra Uruguay -luego campeón- por penales. En esta copa, mostró su gran categoría con 3 goles en 4 partidos -uno en el empate en uno contra Bolivia, en el partido inaugural, y dos ante Costa Rica-. Estas actuaciones, sumadas a varias anotaciones importantes hechas en las eliminatorias para el Mundial 2010, confirmaron que siempre que viste la camiseta albiceleste, cumple con creces. Más tarde, anotaría en el triunfo clave ante Colombia para el torneo clasificatorio a Brasil 2014, aumentando más sus números y su efectividad con el combinado nacional.
 Pero el capítulo final de esta historia es el más sorprendente. Esta es la parte en la que Agüero confirma que es un grande de verdad y que, como un libertador, conquista y llena de gloria a cada lugar al que va. En su primer temporada en el Manchester City, fue la clave para que los citizens quiebren su maldición de 44 años y ganen la Premier League ante, nada más ni nada menos, que el United, su clásico rival.
 En una de las definiciones más apretadas y sorprendentes de la historia del fútbol inglés, el City -que fue puntero durante casi toda la temporada, pero que tropezó y quedó a falta de pocas fechas a 8 puntos del United, casi sin esperanzas- logró el campeonato en el último minuto del torneo, derrotando en el Etihad Stadium al Queen's Park Rangers por 3 a 2 -luego de estar abajo por dos goles en los 90 minutos-.
 El autor del gol del triunfo fue, claro, el Kun -que terminó la temporada con 30 anotaciones, récord personal-. La liga terminó con los dos equipos de la ciudad empatados en puntos, pero con los celeste con una diferencia de gol de ocho con los reds. Esta ventaja fue conseguida gracias a los dos triunfos en el clásico -si, el City le ganó ambos duelos al más campeón de Inglaterra- por 6 a 1 y 1 a 0.
 De esta manera, la mitad ahora rica de Manchester volvió a la gloria después de cuatro décadas, de la mano del pequeño argentino que aparece en los grandes momentos. El que derrocha magia a donde vaya. El que triunfa en donde se lo proponga. El que no para de crecer.
 El Kun es verdaderamente un ejemplo de lo que un futbolista debe hacer para llegar a la gloria. Siempre poniéndose nuevos objetivos y con ganas de crecer, el Romario moderno continuará agigantando su historia. La de un ganador, la de un soñador. Grandeza y humildad.









domingo, 13 de mayo de 2012

El polémico Masters 1000 de Madrid

   El Masters 1000 de Madrid, que comenzó el 6 de mayo y terminó el 13, fue duramente criticado por los cambios innecesarios y polémicos hechos para esta edición, entre ellos el polvo de ladrillo azul usado como superficie. La idea, promovida por el rumano Ion Tiriac -hombre de negocios, ex mánager de Guillermo Vilas- tenía como fin innovar y hacer al torneo más vistoso. El resultado terminó siendo negativo, demostrando que la historia y la tradición vale más que el show.
 Tiriac, promotor que compró los derechos del evento en el 2002 y quiere que forme parte de los Grand Slams, intentó dar un golpe de efecto al Mutua Madrid Open, pero todas las innovaciones mancharon la imagen de la competición en si, por lo que el experimento fue un fracaso. Poner a modelos profesionales de recogepelotas -la costumbre es que lo hagan niños, normalmente voluntarios- y la de cambiar la superficie a una azul que imita la arcilla fueron contraproducentes. El suelo azulado resultó ser más deslizante y de juego más rápido, algo que agarró de sorpresa a los tenistas. "Estábamos todos sorprendidos por el cambio de suelo, no sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar", confesó Andy Murray, número 4 del ranking ATP.
 Algunos, como Rafael Nadal y Novak Djokovic, amenazaron con no volver a la capital española si no se volvía a usar el polvo normal, como era costumbre. El español fue el abanderado de los críticos:"Madrid y Roma están seguidos, por lo que no puede haber mucha diferencia entre ellos. Este es el único Masters 1000 que se juega con altura y ahora se suma esto", dijo.
 Aunque el cambio de color podría tener sentido en una perspectiva de mercadeo -el azul es el color que identifica al principal patrocinador del torneo, Mutua- y permite ver mejor la pelota a los espectadores, Nadal indicó también que la historia del evento es lo más importante. "Este torneo es grande por su historia. Los mejores jugaron en esta cancha. Eso es lo que vale", agregó el español.
 Todo fue obra del rumano de los bigotes largos, que desde que maneja los derechos de esta competición buscó cambiarlo totalmente para mejorar su imagen. Primero, sustituyó al Master 1000 de Stuttgart, gracias a un acuerdo que hizo con la ATP. Luego, en 2009, pasó del mes de octubre a mayo, cuando se jugaba el de Hamburgo. Ahora sacrificó las costumbres y simplicidad de Madrid en su búsqueda de que sea el quinto Grand Slam, aunque justamente la manera de que un torneo sea grande es por su historia.
 Los cuatro Grand Slams -Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open- tienen un gran pasado y algunos se remontan al origen mismo del tenis profesional. Sería difícil e injusto que se les una al grupo el Masters español, ya que significaría que el dinero y el show valen lo mismo.
 Atrás quedó el Mutua Madrileña, con los triunfos de Roger Federer y Serena Williams. Ahora vendrán los dos torneos grandes más antiguos: Roland Garrós y Wimbledon. Seguramente, ahí se hablará de tenis y no de dinero o de polémicas.