Muchos atletas compitieron y pasaron por los Juegos Olímpicos, pero sólo unos pocos pueden anotarse en la historia del mayor evento deportivo. Londres 2012 dejó a dos personalidades que ya habían hecho lo suyo en anteriores ediciones, pero que ahora agrandaron su figura y pasaron a la gloria olímpica: Michael Phelps y Usain Bolt.
Phelps, que ya había conseguido seis medallas doradas y dos de bronce en Atenas 2004 y ocho oros en Beijing 2008, se encontraba a sólo dos preseas de igualar las dieciocho de la gimnasta ucraniana Larisa Latynina. Empezó con dudas: cuarto lugar en cuatrocientos metros estilos, segundo en los cuatro por cien metros y otra plata en la prueba de doscientos metros mariposa. Finalmente, en los cuatro por doscientos metros libres logró el primer lugar y el primer metal en esta competencia. Luego, ganó en doscientos metros estilos, cien metros mariposa y cuatro por cien estilos.
El balance total de dieciocho oros, dos platas y dos bronces en tres juegos olímpicos lo transformaron no sólo en el mayor ganador de doradas, sino en el atleta que más medallas logró en total: veintidós. Con su retiro ya anunciado para los próximos Juegos, el mejor nadador de todos los tiempos logró cerrar su carrera olímpica de la mejor manera y como se lo merecía. Difícil que alguien lo iguale.
La otra figura fue Usain Bolt: el mejor corredor de los últimos años consiguió triunfar otra vez y revalidar lo hecho hace cuatro años. Luego de algunos tropiezos, lesiones y ante el gran presente de sus compatriotas Asafa Powell y Yohan Blake -que, en la clasificación de Jamaica, había terminado primero tanto en los cien como en los doscientos metros-, Bolt volvió a ganar en las pruebas de cien metros, doscientos metros y cuatro por cien. Así, defendió los tres otros del 2008 y llegó a los seis. Sólo Carl Lewis había repetido en los cien metros, en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988.
El mejor nadador de la historia y el hombre más rápido del mundo cumplieron: fueron las figuras de Londres 2012 y se colocaron en la cima del deporte olímpico.
domingo, 19 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
Crónica de Londres 2012: a Argentina le queda mucho camino por recorrer
Si bien Argentina nunca fue una potencia a nivel olímpico, siempre hay emoción y esperanza de hacer un buen papel cuando llega, cada cuatro años, la cita deportiva más importante de todas. La conclusión que siempre dejan los Juegos Olímpicos es que, a diferencia de un Mundial de fútbol o un partido de básquetbol que puede ser ganado por un destello individual o a veces por fortuna, demuestran en que lugar del mundo está parado cada país.
El balance de la delegación argentina es, en números, de cuatro medallas y diez diplomas, la misma cantidad que en Sydney 2000 pero dos menos que Atenas 2004 y Beijing 2008. Además, terminó ubicándose en la posición 42º del medallero general -junto con Eslovenia y Serbia- y quinta entre los iberoamericanos.
El único oro fue logrado por Sebastían Crismanich en taekwondo -la primera presea nacional en la historia de esta disciplina- luego de una excelente jornada para el que ya había sido primero en los Panamericanos de Guadalajara 2011. La plata quedó en manos del equipo de hockey femenino: Las Leonas tuvieron un torneo con altibajos y no pudieron con su rival histórico, Holanda, que las venció por 2 a 0. La plata, cuarto metal consecutivo para este grupo, es muy positiva, aunque es una lástima que Luciana Aymar, la mejor jugadora de la historia, no haya podido levantar un oro en su carrera. Los bronces llegaron para Juan Martín Del Potro -que perdió un partido histórico de tenis contra el suizo Roger Federer en semifinales, pero luego le ganó al serbio Novak Djokovic por el tercer puesto- y para la dupla Lucas Calabrese-Juan de la Fuente en yatching, en la prueba 470.
Además, hubo diez diplomas: los judocas Emmanuel Lucenti y Paula Pareto, Germán Lauro y Federico Molinari -ambos finalistas en lanzamiento de bala y anillas, respectivamente- Del Potro y Gisela Dulko en el dobles mixto, el boxeador Yamil Peralta, Miguel Correra y Rubén Rézzola en canotaje y los seleccionados de voley y básquet -la Generación Dorada no pudo llegar al podio, como en las últimas tres participaciones-.
Sin llevarse nada, fue positivo lo del joven Braian Toledo en jabalina, el remero Santiago Fernández -quedó décimo en la final B-, la gimnasta Valeria Pereyra -de sólo 16 años y con futuro- la nadadora Cecilia Biangioli y el equipo de handball, que habían conseguido la primera clasificación a unos Juegos para Argentina, consiguieron un triunfo y estuvieron a otro de pasar la fase de grupos.
Algunos decepcionaron: David Nalbandian y la dupla de Paola Suárez y Dulko quedaron afuera en primera ronda, Jennifer Dahlgren hizo tres lanzamientos de martillo nulos y fue eliminada, al igual que Georgina Bardach al quedar última en su serie de 400 metros medley.
Pero, más allá de los resultados y de los rendimientos, lo que queda claro es que Argentina debe hacer mucho todavía si quiere obtener buenos resultados en Juegos Olímpicos. El hecho de en que las disciplinas que más premios otorgan, natación y atletismo, no haya un candidato a ganar o que en el boxeo, deporte que le dio 24 títulos -el más laureado en nuestra historia- no haya habido otro ganador desde Pablo Chacón en Atlanta 1996 dejan mucho que pensar. O que en fútbol, la misma selección que quedó primera en 2004 y 2008 ahora no haya clasificado. O el que las cuatro medallas de Londres o los 3 oros -la mayor cantidad ganada en un solo torneo- llevados de la edición anterior de esta sede de 1948, sea algo que China, Rusia, Gran Bretaña o Estados Unidos lo hagan en una tarde deja en claro que Argentina esta muy por debajo en el olimpismo.
Es verdad que, con el Enard, los deportistas pueden gozar de dinero para equipos, competir, mejorar la infraestructura, etc. Este ente, fundado por el presidente del Comité Olímpico Argentino Gerardo Werthein en 2009, ya invirtió casi 227 millones de pesos en estos casi tres años, provenientes de la telefonía celular. Además, la Secretaría de Deporte de la Nación también dispuso de 118 millones, lo que hacen un total de 345.
Pero con eso no basta. Se necesitarán muchos años y resultados que impulsen y atraigan a otros jóvenes a ser deportistas para un futuro. En los Estados Unidos, Rusia o los países asiáticos -que ahora hasta ganan en la natación y llegan a semifinales en fútbol-, cada uno con sus métodos, trabajan a los chicos desde muy temprano para prepararlos, como también en las mismas universidades -que, asimismo, priorizan también la educación para que una cosa vaya de la mano con la otra-. Por lo pronto, desde el Enard aseguran que se mira no a los Juegos de Río De Janeiro 2016, sino a los de 2020 o 2024.
Ganar medallas es el resultado de una estructura educativa y deportiva, de una planificación, de inversiones, de un trabajo a largo plazo. Los Juegos Olímpicos son la medida de nuestro lugar en el mundo. Al entenderlo y trabajar en estos pilares, se alcanzarán las metas planteadas.
El balance de la delegación argentina es, en números, de cuatro medallas y diez diplomas, la misma cantidad que en Sydney 2000 pero dos menos que Atenas 2004 y Beijing 2008. Además, terminó ubicándose en la posición 42º del medallero general -junto con Eslovenia y Serbia- y quinta entre los iberoamericanos.
El único oro fue logrado por Sebastían Crismanich en taekwondo -la primera presea nacional en la historia de esta disciplina- luego de una excelente jornada para el que ya había sido primero en los Panamericanos de Guadalajara 2011. La plata quedó en manos del equipo de hockey femenino: Las Leonas tuvieron un torneo con altibajos y no pudieron con su rival histórico, Holanda, que las venció por 2 a 0. La plata, cuarto metal consecutivo para este grupo, es muy positiva, aunque es una lástima que Luciana Aymar, la mejor jugadora de la historia, no haya podido levantar un oro en su carrera. Los bronces llegaron para Juan Martín Del Potro -que perdió un partido histórico de tenis contra el suizo Roger Federer en semifinales, pero luego le ganó al serbio Novak Djokovic por el tercer puesto- y para la dupla Lucas Calabrese-Juan de la Fuente en yatching, en la prueba 470.
Además, hubo diez diplomas: los judocas Emmanuel Lucenti y Paula Pareto, Germán Lauro y Federico Molinari -ambos finalistas en lanzamiento de bala y anillas, respectivamente- Del Potro y Gisela Dulko en el dobles mixto, el boxeador Yamil Peralta, Miguel Correra y Rubén Rézzola en canotaje y los seleccionados de voley y básquet -la Generación Dorada no pudo llegar al podio, como en las últimas tres participaciones-.
Sin llevarse nada, fue positivo lo del joven Braian Toledo en jabalina, el remero Santiago Fernández -quedó décimo en la final B-, la gimnasta Valeria Pereyra -de sólo 16 años y con futuro- la nadadora Cecilia Biangioli y el equipo de handball, que habían conseguido la primera clasificación a unos Juegos para Argentina, consiguieron un triunfo y estuvieron a otro de pasar la fase de grupos.
Algunos decepcionaron: David Nalbandian y la dupla de Paola Suárez y Dulko quedaron afuera en primera ronda, Jennifer Dahlgren hizo tres lanzamientos de martillo nulos y fue eliminada, al igual que Georgina Bardach al quedar última en su serie de 400 metros medley.
Pero, más allá de los resultados y de los rendimientos, lo que queda claro es que Argentina debe hacer mucho todavía si quiere obtener buenos resultados en Juegos Olímpicos. El hecho de en que las disciplinas que más premios otorgan, natación y atletismo, no haya un candidato a ganar o que en el boxeo, deporte que le dio 24 títulos -el más laureado en nuestra historia- no haya habido otro ganador desde Pablo Chacón en Atlanta 1996 dejan mucho que pensar. O que en fútbol, la misma selección que quedó primera en 2004 y 2008 ahora no haya clasificado. O el que las cuatro medallas de Londres o los 3 oros -la mayor cantidad ganada en un solo torneo- llevados de la edición anterior de esta sede de 1948, sea algo que China, Rusia, Gran Bretaña o Estados Unidos lo hagan en una tarde deja en claro que Argentina esta muy por debajo en el olimpismo.
Es verdad que, con el Enard, los deportistas pueden gozar de dinero para equipos, competir, mejorar la infraestructura, etc. Este ente, fundado por el presidente del Comité Olímpico Argentino Gerardo Werthein en 2009, ya invirtió casi 227 millones de pesos en estos casi tres años, provenientes de la telefonía celular. Además, la Secretaría de Deporte de la Nación también dispuso de 118 millones, lo que hacen un total de 345.
Pero con eso no basta. Se necesitarán muchos años y resultados que impulsen y atraigan a otros jóvenes a ser deportistas para un futuro. En los Estados Unidos, Rusia o los países asiáticos -que ahora hasta ganan en la natación y llegan a semifinales en fútbol-, cada uno con sus métodos, trabajan a los chicos desde muy temprano para prepararlos, como también en las mismas universidades -que, asimismo, priorizan también la educación para que una cosa vaya de la mano con la otra-. Por lo pronto, desde el Enard aseguran que se mira no a los Juegos de Río De Janeiro 2016, sino a los de 2020 o 2024.
Ganar medallas es el resultado de una estructura educativa y deportiva, de una planificación, de inversiones, de un trabajo a largo plazo. Los Juegos Olímpicos son la medida de nuestro lugar en el mundo. Al entenderlo y trabajar en estos pilares, se alcanzarán las metas planteadas.
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