Fabrice Muamba, volante congoleño del Bolton Wanderers, sufrió el sábado un colapso cardiovascular en el partido por FA Cup entre su equipo y el Tottenham Hotspur. Esto nos hace echar la vista atrás en el tiempo para comprobar que, en los últimos años, se han producidos varios casos de este tipo en el mundo del fútbol.
Muamba se desplomó sobre el césped de White Heart Lane, sin causa aparente, a los 41 minutos del primer tiempo del encuentro. Inmediatamente, los servicios de emergencia del estadio acudieron para atender al futbolista, quien comenzó a sufrir convulsiones. El hecho provocó que los hinchas y los jugadores contuvieran la respiración y lloraran ante la gravedad de la situación.
El de Congo fue llevado al London Chest Hospital y el partido fue suspendido. Posteriormente, las redes sociales se colmaron de mensajes de apoyo y solidaridad para el perjudicado. Las últimas noticias nos revelan que ya respira sin ayuda de máquinas, que su ritmo cardíaco se ha normalizado y que ya comenzó a mover sus brazos y piernas. También ha reconocido a sus familiares y respondió algunas preguntas, por lo que su vida ya no corre peligro, aunque no se sabe cuánto tiempo necesitará para rehabilitarse.
Pero el caso de este jugador de 23 años no es inédito: se han dado varios episodios de esta naturaleza en los últimos años.
El primer infortunio fue en el 2003, cuando el camerunés Marc-Vivien Foé se desplomó en el medio del campo de juego en un partido entre su seleccionado y el de Colombia, por la Copa Confederaciones. Los médicos de la FIFA trataron de reanimar sin éxito al centrocampista del Manchester City. La autopsia develó que la muerte se debió a un ataque al corazón, ocasionado por un crecimiento anormal del ventrículo izquierdo -hipertrofia-.
Ese mismo año, el fútbol volvía a teñirse de luto en un partido entre el Vitoria Guimaraes y el Benfica. El delantero húngaro Miklos Feher, fatigado en un momento del encuentro, se agachó para recuperarse, pero perdió el conocimiento y cayó en el césped. Los médicos no pudieron reanimarlo y murió a los pocos minutos por una tromboembolia pulmonar.
Quizás los dos casos con más repercusión en los últimos tiempos fueron los de Antonio Puerta y Dani Jarque. El del Sevilla se desvaneció en un partido de liga contra el Getafe, en 2007. En esa ocasión, el deportista volvió en sí gracias al desfibrilador y abandonó el campo por su propia cuenta. Sin embargo, sufrió varias paradas cardiorespiratorias camino al hospital, que le provocaron daños irreversibles y le llevaron a la muerte pocos días después -encelopatía postanióxica-.
Jarque, por su parte, perdió el conocimiento en el 2009 en un hotel en medio de la pretemporada del Espanyol. Mientras hablaba por teléfono con su pareja, cayó y fue llevado a un hospital de Florencia, donde falleció horas después. Esta es la razón por la que, en cada partido que disputa el equipo de Barcelona en su estadio, los fanáticos aplauden 1 minuto seguido cuando el reloj marca los 21 -su número de camiseta-.
Hay casos en los que hubo final feliz: Rubén De la Red padeció problemas de corazón en un partido de Copa del Rey entre su Real Unión de Irún y el Real Madrid, en 2008. Se recuperó en el vestuario y fue llevado a un hospital, en donde aseguraron que había sufrido un síncope por esfuerzo. Meses más tarde, anunciaba su retiro.
Similar es la historia de Miguel García, que fue víctima de un paro cardiorespiratorio en un partido entre el Salamanca y el Betis. Tras salvarse, el español decidió dejar la profesión. Esperemos que Muamba corra con la misma suerte.
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