.jpg)
Agüero comenzó a labrar su camino en Independiente, en donde debutó a los 15 años -récord en Argentina- y brilló con sus primeros destellos, enamorando a los hinchas del fútbol argentino con su carisma, su buen juego y sus grandes goles -como en los clásicos ante Racing Club, al que le anotó 3 veces en la misma cantidad de encuentros-. 56 partidos y 23 tantos fueron los números de la perla de la cantera del rojo de Avellaneda.
Ya de joven también inició su relación con la camiseta de la selección nacional -quizás, la que más alegrías le dio y la que mejor le queda- ganando dos mundiales juveniles -el de 2005, con Messi de compañero, y el de 2007, en el que fue figura y goleador- y una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Su siguiente destino fue Madrid, a donde emigró en el 2006. No el Real, sino el Atlético. Ese club destinado a vivir a la sombra del equipo blanco. Ese club que ganó Liga y Copa en la temporada 1995/96, para descender al año siguiente. Ese que tiene a la hinchada más fiel de su lado, como también a la mala suerte. Y que, además, perdió al niño Fernando Torres, que se había ido al Liverpool inglés. El Kun llegó, entonces, con la tarea de devolverle la gloria perdida al colchonero y a hacer olvidar al último ídolo rojiblanco.

Aunque no pudo ganar nunca el derby de Madrid -que ahora tiene una hegemonía blanca de 12 años- el argentino sí tuvo dos grandes victorias contra los blaugranas en el Vicente Calderón: recordado un 4 a 2 -con dos goles y dos asistencias suyas en, quizás, su mejor presentación- y un 4 a 3 en el que hizo un doblete y definió todo en el último minuto. Sus dos tantos al Chelsea en un 2 a 2 en la Champions 2009 fue lo que permitió a los madrileños quedar en la Europa, en la que vencieron al Fulham por 2 a 1 en la final 2010 -con dos asistencias del 10 para Diego Forlán, su mejor aliado en el equipo-. Meses después, anotó para derrotar al club campeón del mundo, el Inter de Milán, por 2 a 0.
Sergio dejó Madrid siendo capitán y figura indiscutible para un Atleti que clasificó a Europa -como cada año que el crack estuvo en el plantel- puramente por su magia, ya que Forlán no jugaba por problemas con el técnico y la dirigencia y el resto del equipo estaba en un nivel muy bajo. Su último partido fue contra el Mallorca: 4 a 3 con triplete del delantero. Sin embargo, la hinchada no le perdonó su salida al Manchester City a mediados del 2011. Quizás por alguna declaración del de Argentina, que pidió que lo dejarán ir para cambiar de club y crecer. O quizás porque sentían la impotencia que generaba la ida de su último gran estandarte.

Pero el capítulo final de esta historia es el más sorprendente. Esta es la parte en la que Agüero confirma que es un grande de verdad y que, como un libertador, conquista y llena de gloria a cada lugar al que va. En su primer temporada en el Manchester City, fue la clave para que los citizens quiebren su maldición de 44 años y ganen la Premier League ante, nada más ni nada menos, que el United, su clásico rival.

El autor del gol del triunfo fue, claro, el Kun -que terminó la temporada con 30 anotaciones, récord personal-. La liga terminó con los dos equipos de la ciudad empatados en puntos, pero con los celeste con una diferencia de gol de ocho con los reds. Esta ventaja fue conseguida gracias a los dos triunfos en el clásico -si, el City le ganó ambos duelos al más campeón de Inglaterra- por 6 a 1 y 1 a 0.
De esta manera, la mitad ahora rica de Manchester volvió a la gloria después de cuatro décadas, de la mano del pequeño argentino que aparece en los grandes momentos. El que derrocha magia a donde vaya. El que triunfa en donde se lo proponga. El que no para de crecer.
El Kun es verdaderamente un ejemplo de lo que un futbolista debe hacer para llegar a la gloria. Siempre poniéndose nuevos objetivos y con ganas de crecer, el Romario moderno continuará agigantando su historia. La de un ganador, la de un soñador. Grandeza y humildad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario