En una pequeña habitación oscura y húmeda, escuchando los ruidos de sirenas, de aviones y de bombas. Pasando las noches en medio de llantos y de las plegarias de sus familiares, que temían por sus vidas. Con incertidumbre acerca de su destino; si viviría un día más o se dormiría para no despertar. Bajo estas condiciones transitó parte de su infancia Novak Djokovic, el serbio que pasó de los tormentos de la guerra de su Belgrado natal a la gloria de ser el número uno del tenis mundial.
Nacido el 22 de mayo de 1987, Djokovic fue testigo de los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a la ciudad de la antigua Yugoslavia, como respuesta de la comunidad internacional a los acontecimientos de la Guerra de Kosovo –un conflicto interno entre los independentistas albaneses y las fuerzas de seguridad serbias y yugoslavas-. Durante la primera mitad de 1999, el futuro tenista sufrió en carne viva los ataques junto a su familia hasta el día en el que se enteró por radio que se suspendían las detonaciones y subió a su terraza para gritar: “¡Nos salvamos, nos salvamos!”.
“En aquellos días tuve mucho miedo, no sabía si las bombas caerían en nuestras casas o en nuestras cabezas. De hecho pasé un cumpleaños llorando porque miraba por la ventana todo lo que pasaba. Es algo que no quiero recordar, pero por todo lo que sufrí, hoy valoro la vida mucho más y amo a mi país”, expresó Novak acerca de ese año trágico de su niñez. Pero, aunque pueda pensarse que esas experiencias marcan a una persona y la frustran de por vida, no es éste el caso. Sería difícil pensar que ese mismo niño es hoy el hombre que está en la cima del tenis y que juega desplegando tanta felicidad, generando respeto y afecto de parte de jugadores y de fanáticos.
Él dice que aprendió a jugar al tenis antes que a leer y a escribir y que su sueño siempre fue ser el número uno del mundo. Eso fue lo que le expresó a su primera entrenadora, Jelena Gencic, que había formado, entre otros, a Mónica Seles – ex número uno, ganadora de nueve Grand Slams-.
Su éxito comenzó en 2008, año en el que logró su primer gran título, el Australian Open, además de varios Master 1000 y el Tennis Masters Cup de Shangai. Luego siguió evolucionando, pero su explosión definitiva llegó este 2011, ya que se adjudicó otro Abierto de Australia, los ATP de Dubai, Indian Wells, Miami, Belgrado, Madrid, Roma y Wimbledon. No sólo eso, sino que subió al primer lugar del ranking y ahora es el jugador a vencer, aunque ya le hace las cosas difíciles a cualquiera, hasta a Roger Federer y Rafael Nadal –ex líder ATP, al que derrotó en tres finales consecutivas esta temporada-.
Si bien su nivel creció con el tiempo, él mismo apuntó como algo determinante en su rendimiento su encuentro en 2010 con el doctor Igor Cetojevic, quien le diagramó un régimen alimenticio que lo transformó en un deportista con un gran estado físico, mucho más ligero y más fibroso, algo que se puede ver tanto físicamente como en su juego. Al ser celíaco, Djokovic necesita un cuidado especial con las comidas para estar en las mejores condiciones.
Otro punto de inflexión para él fue la conquista de la Copa Davis el año pasado, frente a Francia. Según el serbio, eso le aportó la confianza que necesitaba para darse cuenta de que puede ser el mejor y no debe temerle a nadie y confiar en sí mismo.
Ahora, con su meta cumplida, todo lo que le queda al tenista es disfrutar y mantenerse en lo más alto, con la misma felicidad con la que afrontó siempre las canchas y la vida. Así es Novak Djokovic, un autentico ganador.
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