Ya hace mucho tiempo que Lionel Messi viene deslumbrando al mundo futbolístico y, año a año, va superando sus números y su propio fútbol. Sin embargo, este 2012 fue superlativo y algo fuera de serie, incluso para el mejor futbolista de todos.
En su equipo, aunque el único título que levantó fue la Copa del Rey, Lionel rompió todos los récords individuales que se le interpusieron y acabó el año con cifras casi insuperables. Pasó los 232 goles de César Rodríguez y se convirtió en el máximo goleador histórico del conjunto catalán, igualó a Woodward como top scorer de goles internacionales con 25 y pasó a Pelé y Gerd Müller como el mayor goleador de un año calendario -el brasileño tenía 75 y el alemán 85-. Además, también sobrepasó los 67 tantos del "Torpedo" en una temporada. Hasta convirtió cinco veces en un mismo encuentro: ante el Bayern Leverkusen por Champions League. Cuando parece que el rosarino llegó a su tope de nivel, sigue creciendo y mostrando que no tiene techo visible.
Pero lo más destacable de Messi es sin dudas su año en la Selección Argentina. En este aspecto, podría llamarsele al 2012 como "el año de la consagración". Para los que decían que sólo podía tener ese nivel y fútbol en el Barcelona y que en Argentina no tenía la actitud necesaria para ser líder, no ganaba los partidos o no era el mismo, él les mostró que estaban equivocados. Es el capitán y la figura indiscutible, hasta el punto de ser tan estrella en el país como en España. Y además de ser líder futbolístico, sus declaraciones son más maduras por su nuevo rol y logra con su rebeldía destrabar encuentros en los que antes parecía opacado y en sintonía con el equipo en general. Ahora, es ese jugador total que marca diferencias no sólo ene l juego, sino en el resultado. En estas Eliminatorias -en las comenzó su mandato Alejandro Sabella- le marcó en 2011 a Chile -luego de 16 partidos en blanco- y a Colombia -en un duelo clave en Barranquilla, en el que la selección perdía pero lo dio vuelta y sirvió como punto de inflexión para los jugadores-. Ya en 2012, lo sufrieron Ecuador, Paraguay, Uruguay y Chile. A los albirojos y a los rioplatenses, les convirtió además de tiro libre, una faceta que pulió y mucho últimamente. En amistosos, también se hizo presente ante Alemania y ante Suiza y Brasil por triplicado -en un 4 a 3 inolvidable- . De los 8 encuentros que disputó este año, siempre que marcó Argentina ganó -el único que no lo hizo fue ante Perú, y terminó en empate en uno-. Igualó a Gabriel Batistuta en goles anuales en la Selección con 12 -aunque el Bati los hizo en 12 participaciones y Leo en 9- y ya es también indiscutible con la celeste y blanca..
¿Qué le queda por hacer a este crack?, ¿un Mundial? Ojalá llegue en Brasil 2014. ¿Consagrarse en su país? seguramente volverá y jugará, sea en Newell's o en cualquier otro equipo. ¿Ser el máximo goleador en Champions League? con 56, está ya muy cerca de los 71 de Raúl. ¿Otro Balón de Oro, para ser el único en levantarlo cuatro veces seguidas? seguro lo hará. ¿Los 228 goles de Zarra para ser el recordman de la Liga Española? lo hará tarde o temprano. ¿Los 541 gritos oficiales de Pelé? muy posible. No importa que obstáculo se le presente, Messi lo pasará. Aún así, este 2012 será recordado por el mejor año del mejor de todos -hasta ahora-.
lunes, 31 de diciembre de 2012
domingo, 28 de octubre de 2012
¿Se puede definir al mejor?, ¿sirve de algo?
"Quiero ser el mejor de todos los tiempos. Es tan simple como eso".
Ésas fueron las palabras que recientemente dijo LeBron James, último campeón y MVP de la NBA con el Miami Heat, cuando le preguntaron si consideraba que podía llegar a situarse entre los mejores de este deporte. Ésto abre el clásico debate de las comparaciones y la búsqueda de siempre encontrar al mejor de todos en cualquier deporte. La pregunta es: ¿es posible verdaderamente declarar a uno como el más grande?, y ¿de qué sirve eso?
Desde siempre los fanáticos, el periodismo y cualquier aficionado de algo busca situar a una persona sobre las demás para referenciarla como la mejor en lo que hace o hizo. A veces, la idolatría los engaña. Otras veces, lo hacen los números fríos y las estadísticas. La verdad es que no parece haber una ciencia cierta con esto y este tipo de discusiones sólo llevan a minimizar o ponderar injustamente a los protagonistas.
En el caso de James, uno puede pensar en su gran potencial y juventud y aventurarse a decir que tiene chances de llegar a ser el mejor de todos los tiempos en la historia del básquetbol. En la última temporada, logró el premio al Jugador Más Valioso de la temporada regular, el de las Finales y el tan ansiado campeonato que se le venía negando desde hace años. Además, sumó con la selección de Estados Unidos la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres. A eso, "The King" puede sumarle en sus vitrinas dos MVP de temporada regular y dos del All-Star Game más, el Rookie of the Year del 2004 y la presea dorada en Beijing 2008. En cuanto a sus habilidades, poco puede reprocharse al alero de 2,03 metros que no tiene problemas en jugar con solvencia de base, escolta o ala-pivot -y desempeñearse mejor que muchos que juegan ahí naturalmente-. Su capacidad para hacer todo de manera sobresaliente y quebrar cientos de marcas y récords de precocidad agigantan su figura. Pero, ¿es eso lo que hay que ponderar a la hora de elegir al mejor?.
No hay que olvidarse que LeBron juega a un deporte donde hubo basquetbolistas sobresalientes como Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird, Kareem Abdul-Jabbar, Bill Russel o Shaquille O'Neal. Sin dejar de lado a Kobe Bryant, que sigue en activo y también es apuntado por la mayoría como el sucesor de Jordan, tanto por sus títulos como por su actitud ganadora y su manera de jugar casi idéntica al de los Chicago Bulls. Entonces, ¿cómo elegir?. La mayoría diría sin dudar que no habrá como "Air". Pero, ¿no ganó Bill Russel once anillos en trece años? son cinco más que los de MJ. ¿Y qué hay de Magic? su habilidad para jugar en cualquier parte del campo, sus cinco títulos y su rivalidad con Bird -que levantó a la NBA en su peor crisis de la historia- también podrían considerarse.
No hay una respuesta absoluta, aunque los que vieron a Jordan podrían decir que su agresividad, sus actuaciones históricas y lo que trasmitía son inigualables. Otros irían por Russel y sus once campeonatos, y otros pensarían que tanto Bryant como James tienen chances de, cuando terminen su carrera, sentarse en la mesa grande. Por lo pronto, LeBron ganó su primer campeonato siendo más joven que Michael y planea conseguir su segundo en el 2013, si Kobe y sus "SuperLakers" se lo permiten.
En el fútbol, la discusión es parecida. Los que vieron jugar a Diego Maradona no dudan en que es el mejor de todos por su actitud triunfadora, el Mundial que logró con la Selección Argentina y lo que ganó también en el Nápoli -en ambos casos, fue figura excluyente en equipos de menor jerarquía y sin tantas figuras-. Otros, en cambio, pueden decir que Pelé disputó cuatro Copas del Mundo y levantó tres. Los que se dieron el gusto de deslumbrarse con Alfredo Di Estéfano también tendrían su candidato. Ahora, como si fuera poco, se suma a la discusión Lionel Messi. La estrella del Barcelona no para de ganar trofeos y quiebra marcas fin de semana tras fin de semana. Todo esto con una destreza sin comparación en la actualidad. Además, es capitán, goleador y fundamental en esta Selección Argentina de Alejandro Sabella, algo que antes no ocurría y era de lo que sus detractores se aferraban para minimizarlo.
También ocurre en otros deportes: en el tenis, la calidad de juego y lo que ganó de Roger Federer lo ponen en el olimpo sin dudas. Pero, ¿no levantó Jimmy Connors 109 copas? El suizo está lejos con sus 74 torneos ganados. Pete Sampras, que era el máximo ganador de Grand Slam -hasta que Roger lo pasó- también está ahí. O Rod Laver, el único que fue capaz de lograr el Grand Slam -y lo hizo en dos ocasiones, en 1962 y 1969-. ¿Hay manera de declarar a uno sólo?
La trivia puede seguir y seguir. Puede haber un personaje que, por popularidad, por lo que ganó o por datos estadísticos sea elegido por encima de otros. Pero esto es que es algo que nunca será unánime -por más que en algunos casos haya menos dudas que en otros-. La verdad es una sola: comparar, en estos casos, no sirve de nada.
Ésas fueron las palabras que recientemente dijo LeBron James, último campeón y MVP de la NBA con el Miami Heat, cuando le preguntaron si consideraba que podía llegar a situarse entre los mejores de este deporte. Ésto abre el clásico debate de las comparaciones y la búsqueda de siempre encontrar al mejor de todos en cualquier deporte. La pregunta es: ¿es posible verdaderamente declarar a uno como el más grande?, y ¿de qué sirve eso?
Desde siempre los fanáticos, el periodismo y cualquier aficionado de algo busca situar a una persona sobre las demás para referenciarla como la mejor en lo que hace o hizo. A veces, la idolatría los engaña. Otras veces, lo hacen los números fríos y las estadísticas. La verdad es que no parece haber una ciencia cierta con esto y este tipo de discusiones sólo llevan a minimizar o ponderar injustamente a los protagonistas.
En el caso de James, uno puede pensar en su gran potencial y juventud y aventurarse a decir que tiene chances de llegar a ser el mejor de todos los tiempos en la historia del básquetbol. En la última temporada, logró el premio al Jugador Más Valioso de la temporada regular, el de las Finales y el tan ansiado campeonato que se le venía negando desde hace años. Además, sumó con la selección de Estados Unidos la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres. A eso, "The King" puede sumarle en sus vitrinas dos MVP de temporada regular y dos del All-Star Game más, el Rookie of the Year del 2004 y la presea dorada en Beijing 2008. En cuanto a sus habilidades, poco puede reprocharse al alero de 2,03 metros que no tiene problemas en jugar con solvencia de base, escolta o ala-pivot -y desempeñearse mejor que muchos que juegan ahí naturalmente-. Su capacidad para hacer todo de manera sobresaliente y quebrar cientos de marcas y récords de precocidad agigantan su figura. Pero, ¿es eso lo que hay que ponderar a la hora de elegir al mejor?.
No hay que olvidarse que LeBron juega a un deporte donde hubo basquetbolistas sobresalientes como Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird, Kareem Abdul-Jabbar, Bill Russel o Shaquille O'Neal. Sin dejar de lado a Kobe Bryant, que sigue en activo y también es apuntado por la mayoría como el sucesor de Jordan, tanto por sus títulos como por su actitud ganadora y su manera de jugar casi idéntica al de los Chicago Bulls. Entonces, ¿cómo elegir?. La mayoría diría sin dudar que no habrá como "Air". Pero, ¿no ganó Bill Russel once anillos en trece años? son cinco más que los de MJ. ¿Y qué hay de Magic? su habilidad para jugar en cualquier parte del campo, sus cinco títulos y su rivalidad con Bird -que levantó a la NBA en su peor crisis de la historia- también podrían considerarse.
No hay una respuesta absoluta, aunque los que vieron a Jordan podrían decir que su agresividad, sus actuaciones históricas y lo que trasmitía son inigualables. Otros irían por Russel y sus once campeonatos, y otros pensarían que tanto Bryant como James tienen chances de, cuando terminen su carrera, sentarse en la mesa grande. Por lo pronto, LeBron ganó su primer campeonato siendo más joven que Michael y planea conseguir su segundo en el 2013, si Kobe y sus "SuperLakers" se lo permiten.
También ocurre en otros deportes: en el tenis, la calidad de juego y lo que ganó de Roger Federer lo ponen en el olimpo sin dudas. Pero, ¿no levantó Jimmy Connors 109 copas? El suizo está lejos con sus 74 torneos ganados. Pete Sampras, que era el máximo ganador de Grand Slam -hasta que Roger lo pasó- también está ahí. O Rod Laver, el único que fue capaz de lograr el Grand Slam -y lo hizo en dos ocasiones, en 1962 y 1969-. ¿Hay manera de declarar a uno sólo?
La trivia puede seguir y seguir. Puede haber un personaje que, por popularidad, por lo que ganó o por datos estadísticos sea elegido por encima de otros. Pero esto es que es algo que nunca será unánime -por más que en algunos casos haya menos dudas que en otros-. La verdad es una sola: comparar, en estos casos, no sirve de nada.
martes, 18 de septiembre de 2012
"Los cuatro fantásticos" y quién más?
Si hay que destacar al mejor y más grande de la actualidad y los últimos tiempos -y, probablemente, de la historia- es sin dudas Federer. El de Basilea, actual número uno del mundo, está teniendo un gran año: logró los ATP de Rotterdam, Dubai, Indian Wells, Madrid y Cincinnati, además de Wimbledon y la medalla de plata en Londres. En total, posee setenta y seis títulos, entre los cuales hay diecisiete Grand Slams -cuatro Abiertos de Australia, un Roland Garros, siete Abiertos de Inglaterra y cinco US Open-. Es el más ganador de Masters Series con seis y posee el récord de semanas en el primer puesto del ranking. A estos números, hay que sumarle su enorme calidad y estilo de juego. Intachable tanto dentro como fuera de la cancha, es difícil que alguien lo alcance.
Su máximo rival y otro de los más destacados tenistas contemporáneos es sin dudas Nadal. Actualmente en la cuarta posición, es conocido como uno de los más grandes sobre polvo de ladrillo: allí, levantó treinta y seis de sus cincuenta y ocho copas. Con un total de once torneos grandes -7 Roland Garros- y un oro olímpico logrado en Beijing, es otro de las más consagrados. Una molestia en la rodilla provocó su rápida salida en el Torneo de los Estados Unidos y lo puso fuera del court por un tiempo, peligrando su vuelta. Una verdadera bestía, con un enorme estado físico.
El español y Roger estaban muy despegados de los demás, hasta que Djokovic piso el acelerador. En 2011, el serbio tuvo su mejor ciclo por lejos, consiguiendo diez campeonatos: Australia, Dubai, Indian Wells, Miami, Belgrado, Madrid, Roma, Wimbledon, Montreal y el Abierto de Norteamérica. Su nivel del pasado año fue superlativo y tuvo un invicto de cuarenta y tres encuentros, perdiendo recién por primera vez ante Federer en las semifinales del Grand Slam francés. A su gran juego, le sumó un excelente despliegue físico, doblegando en este aspecto incluso a Nadal en tierra batida. Aunque hacia fin de año sufrió una lesión y tuvo que parar, Nole dio el aviso y se configuró como el próximo a dominar -de hecho, fue número uno en ese entonces y recién lo perdió a mitad del 2012, cuando bajó al segundo escalón-. Todavía tiene muchos años y ya cosechó treinta y un títulos y seis Slams -tres Australianos, uno inglés y un US, sólo le falta el de Francia- además del Masters del 2007 y un bronce en los Juegos Olímpicos de 2008.
El otro que apunta a mirar desde arriba a todos en el futuro -más que nada, cuando Federer y Nadal no estén o empiecen a bajar su ritmo- es Murray. El escocés venía estando a la sombra de los otros tres grandes, pero en esta temporada se destapó: fue medallista dorado en Londres y reciente campeón del US Open, sumando así su primer torneo grande. Mucho se había hablado de este tema, ya que Andy venía de perder las tres finales previas de este tipo de torneo -Australian en 2010 y 2011 y Wimbledon 2012- y ahora si pudo sumar esta copa a sus veintitrés trofeos previos. Es candidato a regir en los próximos años.
Sin dudas, estos cuatro enormes tenistas dominan el circuito mundial de este deporte y opacan a los demás "mortales". ¿Quiénes están tapados por ellos? hay algunos muy buenos deportistas como David Ferrer, Jo-Wilfred Tsonga, Tomas Berdych, Janko Tipsarevic o John Isner, aunque están muy por debajo de los ya nombrados. Algunas jóvenes promesas como Lukas Rosol, Kevin Anderson o los irregulares Alexander Dolgopolov o Kei Nishikori tienen chances de mejorar y pelear, pero para eso habrá que esperar.
Hay uno sólo que se asoma en el horizonte y amenaza: Juan Martín Del Potro. El argentino es el único que le "robó" un Grand Slam a los cuatro reyes -US Open 2009 a Federer- aunque luego sufrió una lesión en la muñeca que lo dejó fuera de las canchas por un tiempo y dificultó su rendimiento. Ya con ritmo otra vez, parece haber vuelto a su máximo punto, ese que tenía antes de la ruptura y que daba que hablar porque estaba a la altura de los líderes. Quedó demostrado en los Juegos: forzó al suizo a un ajustado 19 a 17 en el tiebreak del último set en las semifinales y luego le ganó a Novak por el tercer lugar. Si tiene continuidad, puede sumarse al lote de arriba y pelear por la cima con el tiempo, aunque eso es incierto.
La única certeza es que hay cuatro que demuestran año a año que están muy por delante de todos. Un simple dato de este circuito anual lo demuestra: por primera vez, los cuatro Grands fueron a manos de cuatro profesionales distintos. Australia por el uno de ese entonces, Djokovic. Roland Garros, por el segundo: Rafa. Wimbledon por el tercero, hoy primero: Federer. Y el US Open por el cuatro, Murray. Los mejores, los de siempre: los "cuatro fantásticos".
domingo, 19 de agosto de 2012
Phelps y Bolt, en el olimpo del deporte
Muchos atletas compitieron y pasaron por los Juegos Olímpicos, pero sólo unos pocos pueden anotarse en la historia del mayor evento deportivo. Londres 2012 dejó a dos personalidades que ya habían hecho lo suyo en anteriores ediciones, pero que ahora agrandaron su figura y pasaron a la gloria olímpica: Michael Phelps y Usain Bolt.
Phelps, que ya había conseguido seis medallas doradas y dos de bronce en Atenas 2004 y ocho oros en Beijing 2008, se encontraba a sólo dos preseas de igualar las dieciocho de la gimnasta ucraniana Larisa Latynina. Empezó con dudas: cuarto lugar en cuatrocientos metros estilos, segundo en los cuatro por cien metros y otra plata en la prueba de doscientos metros mariposa. Finalmente, en los cuatro por doscientos metros libres logró el primer lugar y el primer metal en esta competencia. Luego, ganó en doscientos metros estilos, cien metros mariposa y cuatro por cien estilos.
El balance total de dieciocho oros, dos platas y dos bronces en tres juegos olímpicos lo transformaron no sólo en el mayor ganador de doradas, sino en el atleta que más medallas logró en total: veintidós. Con su retiro ya anunciado para los próximos Juegos, el mejor nadador de todos los tiempos logró cerrar su carrera olímpica de la mejor manera y como se lo merecía. Difícil que alguien lo iguale.
La otra figura fue Usain Bolt: el mejor corredor de los últimos años consiguió triunfar otra vez y revalidar lo hecho hace cuatro años. Luego de algunos tropiezos, lesiones y ante el gran presente de sus compatriotas Asafa Powell y Yohan Blake -que, en la clasificación de Jamaica, había terminado primero tanto en los cien como en los doscientos metros-, Bolt volvió a ganar en las pruebas de cien metros, doscientos metros y cuatro por cien. Así, defendió los tres otros del 2008 y llegó a los seis. Sólo Carl Lewis había repetido en los cien metros, en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988.
El mejor nadador de la historia y el hombre más rápido del mundo cumplieron: fueron las figuras de Londres 2012 y se colocaron en la cima del deporte olímpico.
Phelps, que ya había conseguido seis medallas doradas y dos de bronce en Atenas 2004 y ocho oros en Beijing 2008, se encontraba a sólo dos preseas de igualar las dieciocho de la gimnasta ucraniana Larisa Latynina. Empezó con dudas: cuarto lugar en cuatrocientos metros estilos, segundo en los cuatro por cien metros y otra plata en la prueba de doscientos metros mariposa. Finalmente, en los cuatro por doscientos metros libres logró el primer lugar y el primer metal en esta competencia. Luego, ganó en doscientos metros estilos, cien metros mariposa y cuatro por cien estilos.
El balance total de dieciocho oros, dos platas y dos bronces en tres juegos olímpicos lo transformaron no sólo en el mayor ganador de doradas, sino en el atleta que más medallas logró en total: veintidós. Con su retiro ya anunciado para los próximos Juegos, el mejor nadador de todos los tiempos logró cerrar su carrera olímpica de la mejor manera y como se lo merecía. Difícil que alguien lo iguale.
La otra figura fue Usain Bolt: el mejor corredor de los últimos años consiguió triunfar otra vez y revalidar lo hecho hace cuatro años. Luego de algunos tropiezos, lesiones y ante el gran presente de sus compatriotas Asafa Powell y Yohan Blake -que, en la clasificación de Jamaica, había terminado primero tanto en los cien como en los doscientos metros-, Bolt volvió a ganar en las pruebas de cien metros, doscientos metros y cuatro por cien. Así, defendió los tres otros del 2008 y llegó a los seis. Sólo Carl Lewis había repetido en los cien metros, en Los Ángeles 1984 y Seúl 1988.
El mejor nadador de la historia y el hombre más rápido del mundo cumplieron: fueron las figuras de Londres 2012 y se colocaron en la cima del deporte olímpico.
miércoles, 15 de agosto de 2012
Crónica de Londres 2012: a Argentina le queda mucho camino por recorrer
Si bien Argentina nunca fue una potencia a nivel olímpico, siempre hay emoción y esperanza de hacer un buen papel cuando llega, cada cuatro años, la cita deportiva más importante de todas. La conclusión que siempre dejan los Juegos Olímpicos es que, a diferencia de un Mundial de fútbol o un partido de básquetbol que puede ser ganado por un destello individual o a veces por fortuna, demuestran en que lugar del mundo está parado cada país.
El balance de la delegación argentina es, en números, de cuatro medallas y diez diplomas, la misma cantidad que en Sydney 2000 pero dos menos que Atenas 2004 y Beijing 2008. Además, terminó ubicándose en la posición 42º del medallero general -junto con Eslovenia y Serbia- y quinta entre los iberoamericanos.
El único oro fue logrado por Sebastían Crismanich en taekwondo -la primera presea nacional en la historia de esta disciplina- luego de una excelente jornada para el que ya había sido primero en los Panamericanos de Guadalajara 2011. La plata quedó en manos del equipo de hockey femenino: Las Leonas tuvieron un torneo con altibajos y no pudieron con su rival histórico, Holanda, que las venció por 2 a 0. La plata, cuarto metal consecutivo para este grupo, es muy positiva, aunque es una lástima que Luciana Aymar, la mejor jugadora de la historia, no haya podido levantar un oro en su carrera. Los bronces llegaron para Juan Martín Del Potro -que perdió un partido histórico de tenis contra el suizo Roger Federer en semifinales, pero luego le ganó al serbio Novak Djokovic por el tercer puesto- y para la dupla Lucas Calabrese-Juan de la Fuente en yatching, en la prueba 470.
Además, hubo diez diplomas: los judocas Emmanuel Lucenti y Paula Pareto, Germán Lauro y Federico Molinari -ambos finalistas en lanzamiento de bala y anillas, respectivamente- Del Potro y Gisela Dulko en el dobles mixto, el boxeador Yamil Peralta, Miguel Correra y Rubén Rézzola en canotaje y los seleccionados de voley y básquet -la Generación Dorada no pudo llegar al podio, como en las últimas tres participaciones-.
Sin llevarse nada, fue positivo lo del joven Braian Toledo en jabalina, el remero Santiago Fernández -quedó décimo en la final B-, la gimnasta Valeria Pereyra -de sólo 16 años y con futuro- la nadadora Cecilia Biangioli y el equipo de handball, que habían conseguido la primera clasificación a unos Juegos para Argentina, consiguieron un triunfo y estuvieron a otro de pasar la fase de grupos.
Algunos decepcionaron: David Nalbandian y la dupla de Paola Suárez y Dulko quedaron afuera en primera ronda, Jennifer Dahlgren hizo tres lanzamientos de martillo nulos y fue eliminada, al igual que Georgina Bardach al quedar última en su serie de 400 metros medley.
Pero, más allá de los resultados y de los rendimientos, lo que queda claro es que Argentina debe hacer mucho todavía si quiere obtener buenos resultados en Juegos Olímpicos. El hecho de en que las disciplinas que más premios otorgan, natación y atletismo, no haya un candidato a ganar o que en el boxeo, deporte que le dio 24 títulos -el más laureado en nuestra historia- no haya habido otro ganador desde Pablo Chacón en Atlanta 1996 dejan mucho que pensar. O que en fútbol, la misma selección que quedó primera en 2004 y 2008 ahora no haya clasificado. O el que las cuatro medallas de Londres o los 3 oros -la mayor cantidad ganada en un solo torneo- llevados de la edición anterior de esta sede de 1948, sea algo que China, Rusia, Gran Bretaña o Estados Unidos lo hagan en una tarde deja en claro que Argentina esta muy por debajo en el olimpismo.
Es verdad que, con el Enard, los deportistas pueden gozar de dinero para equipos, competir, mejorar la infraestructura, etc. Este ente, fundado por el presidente del Comité Olímpico Argentino Gerardo Werthein en 2009, ya invirtió casi 227 millones de pesos en estos casi tres años, provenientes de la telefonía celular. Además, la Secretaría de Deporte de la Nación también dispuso de 118 millones, lo que hacen un total de 345.
Pero con eso no basta. Se necesitarán muchos años y resultados que impulsen y atraigan a otros jóvenes a ser deportistas para un futuro. En los Estados Unidos, Rusia o los países asiáticos -que ahora hasta ganan en la natación y llegan a semifinales en fútbol-, cada uno con sus métodos, trabajan a los chicos desde muy temprano para prepararlos, como también en las mismas universidades -que, asimismo, priorizan también la educación para que una cosa vaya de la mano con la otra-. Por lo pronto, desde el Enard aseguran que se mira no a los Juegos de Río De Janeiro 2016, sino a los de 2020 o 2024.
Ganar medallas es el resultado de una estructura educativa y deportiva, de una planificación, de inversiones, de un trabajo a largo plazo. Los Juegos Olímpicos son la medida de nuestro lugar en el mundo. Al entenderlo y trabajar en estos pilares, se alcanzarán las metas planteadas.
El balance de la delegación argentina es, en números, de cuatro medallas y diez diplomas, la misma cantidad que en Sydney 2000 pero dos menos que Atenas 2004 y Beijing 2008. Además, terminó ubicándose en la posición 42º del medallero general -junto con Eslovenia y Serbia- y quinta entre los iberoamericanos.
El único oro fue logrado por Sebastían Crismanich en taekwondo -la primera presea nacional en la historia de esta disciplina- luego de una excelente jornada para el que ya había sido primero en los Panamericanos de Guadalajara 2011. La plata quedó en manos del equipo de hockey femenino: Las Leonas tuvieron un torneo con altibajos y no pudieron con su rival histórico, Holanda, que las venció por 2 a 0. La plata, cuarto metal consecutivo para este grupo, es muy positiva, aunque es una lástima que Luciana Aymar, la mejor jugadora de la historia, no haya podido levantar un oro en su carrera. Los bronces llegaron para Juan Martín Del Potro -que perdió un partido histórico de tenis contra el suizo Roger Federer en semifinales, pero luego le ganó al serbio Novak Djokovic por el tercer puesto- y para la dupla Lucas Calabrese-Juan de la Fuente en yatching, en la prueba 470.
Además, hubo diez diplomas: los judocas Emmanuel Lucenti y Paula Pareto, Germán Lauro y Federico Molinari -ambos finalistas en lanzamiento de bala y anillas, respectivamente- Del Potro y Gisela Dulko en el dobles mixto, el boxeador Yamil Peralta, Miguel Correra y Rubén Rézzola en canotaje y los seleccionados de voley y básquet -la Generación Dorada no pudo llegar al podio, como en las últimas tres participaciones-.
Sin llevarse nada, fue positivo lo del joven Braian Toledo en jabalina, el remero Santiago Fernández -quedó décimo en la final B-, la gimnasta Valeria Pereyra -de sólo 16 años y con futuro- la nadadora Cecilia Biangioli y el equipo de handball, que habían conseguido la primera clasificación a unos Juegos para Argentina, consiguieron un triunfo y estuvieron a otro de pasar la fase de grupos.
Algunos decepcionaron: David Nalbandian y la dupla de Paola Suárez y Dulko quedaron afuera en primera ronda, Jennifer Dahlgren hizo tres lanzamientos de martillo nulos y fue eliminada, al igual que Georgina Bardach al quedar última en su serie de 400 metros medley.
Pero, más allá de los resultados y de los rendimientos, lo que queda claro es que Argentina debe hacer mucho todavía si quiere obtener buenos resultados en Juegos Olímpicos. El hecho de en que las disciplinas que más premios otorgan, natación y atletismo, no haya un candidato a ganar o que en el boxeo, deporte que le dio 24 títulos -el más laureado en nuestra historia- no haya habido otro ganador desde Pablo Chacón en Atlanta 1996 dejan mucho que pensar. O que en fútbol, la misma selección que quedó primera en 2004 y 2008 ahora no haya clasificado. O el que las cuatro medallas de Londres o los 3 oros -la mayor cantidad ganada en un solo torneo- llevados de la edición anterior de esta sede de 1948, sea algo que China, Rusia, Gran Bretaña o Estados Unidos lo hagan en una tarde deja en claro que Argentina esta muy por debajo en el olimpismo.
Es verdad que, con el Enard, los deportistas pueden gozar de dinero para equipos, competir, mejorar la infraestructura, etc. Este ente, fundado por el presidente del Comité Olímpico Argentino Gerardo Werthein en 2009, ya invirtió casi 227 millones de pesos en estos casi tres años, provenientes de la telefonía celular. Además, la Secretaría de Deporte de la Nación también dispuso de 118 millones, lo que hacen un total de 345.
Pero con eso no basta. Se necesitarán muchos años y resultados que impulsen y atraigan a otros jóvenes a ser deportistas para un futuro. En los Estados Unidos, Rusia o los países asiáticos -que ahora hasta ganan en la natación y llegan a semifinales en fútbol-, cada uno con sus métodos, trabajan a los chicos desde muy temprano para prepararlos, como también en las mismas universidades -que, asimismo, priorizan también la educación para que una cosa vaya de la mano con la otra-. Por lo pronto, desde el Enard aseguran que se mira no a los Juegos de Río De Janeiro 2016, sino a los de 2020 o 2024.
Ganar medallas es el resultado de una estructura educativa y deportiva, de una planificación, de inversiones, de un trabajo a largo plazo. Los Juegos Olímpicos son la medida de nuestro lugar en el mundo. Al entenderlo y trabajar en estos pilares, se alcanzarán las metas planteadas.
viernes, 13 de julio de 2012
La leyenda de Roger Federer continúa
Muchos decían que su tenis estaba en curva decreciente. Otros, que su tiempo se estaba acabando. Hasta se dijo que su retiro se acercaba. Lo cierto es que Roger Federer logró ganar Wimbledon, volver ser número uno y le demostró a todos que todavía tiene mucho por darle al deporte.
Los murmullos comenzaron en 2008, cuando Roger comenzó a ceder ante Rafa en los duelos personales -seguramente, su rivalidad deportiva quedará como una de las más recordadas-. A la final histórica perdida en Wimbledon ante el español, luego de suspensiones por lluvia y casi cinco horas de pelea, había que sumarle el hecho de su rival le arrebatara el número uno cuando levantó la medalla de oro en Beijing.
Es verdad: Federer, a sus 30, no es el mismo que hace algunos años. Es verdad también que cada vez le cuesta más medirse con Rafael Nadal y con Novak Djokovic, por el ritmo de juego e intensidad que estos demandan. Pero la calidad del suizo es innegable, al igual que su grandeza. Grandeza que demostró en este Grand Slam inglés, aprovechando la caída rápida y sorpresiva de Nadal y jugando de manera soberbia y de menor a mayor. Si bien tuvo algunas dudas en los primeros partidos, fue agigantándose y venció al serbio en las semifinales y al todavía virgen en títulos grandes Andy Murray en la final, privándole el sueño a él y a todo el pueblo del país de ver a un campeón británico en el torneo -algo que no sucede desde 1936, cuando ganó el local Fred Perry-.
Así, Roger logró levantar su Grand Slam número 17 -es el más ganador- y su séptimo Wimbledon, igualando a Pete Sampras. También empató a Sampras en semanas en la cima del Ranking ATP, 286, aunque es cuestión de horas que este récord sea sobrepasado. Es también su título 75, ubicándose sólo debajo de John McEnroe, Ivan Lendl y Jimmy Connors -77, 94 y 109, respectivamente-.
Pero todas estas cifras, marcas y trofeos carecen de importancia cuando del suizo se trata. Su imagen, actitud dentro y fuera de la cancha, elegancia, estilo de juego y demás lo hacen una verdadera leyenda que trasciende estas cosas tan materiales. No por nada muchos lo señalan como el mejor de la historia tenística hace tiempo. Su grandeza es indiscutible, pero lo ocurrido en Inglaterra y en esta temporada le demuestra al tenis, al periodismo y a él mismo que le queda resto.
Los murmullos aumentaron cuando cayó ante el mismo oponente en el último partido en Australia -que concluyó con llantos suyos en la entrega final-. Allí, parecía que el reinado iba a cambiar de manos y una etapa se terminaba.
Pero esa fue la primera vez que el de Basilea se levantó: primero, se llevó por primera y única vez Roland Garros, para luego volver a ser el rey al repetir en el abierto inglés. En ese entonces, sumaba 14 Slams -al igual que Sampras-.
Luego sí le tocó ceder su trono ante Nadal y Nole, que dominaron en los últimos dos años. Su último gran torneo ganado había sido el Australian Open 2010, ya que luego el de España y Djokovic se repartirían todos los demás. Las voces volvían a sonar en torno a qué le sucedía a Federer y si podría éste subirse a la cumbre otra vez.
Esta temporada parecía oportuna: Rafael venía con problemas físicos y el de Serbia tenía que defender muchos puntos -a diferencia de él, que en la primera mitad del año pasado sólo tenía ganado Doha-. Pero lo más importante era cambiar la mentalidad. Esa que tantas veces lo ayudó a triunfar y que pocas le falló. Era el momento de mostrarse y mostrarle a todos que estaba entero.
Si bien no pudo repetir Doha -llegó a semis-, logró semifinales en los dos primeros Grand Slams, los ATP 500 de Róterdam y Dubái, los Masters 1000 de Indian Wells y Madrid y el ya mencionado Wimbledon. Todo esto jugando como sólo él sabe, recuerda y disfruta. Lo demás es historia ya contada: copas, récords, el uno del ATP y la gloria.
En la conferencia después de derrotar a Murray, contó que estaba feliz de poder ganar, jugar bien, disfrutar y hacerlo mientras su familia -su esposa e hijas- lo veían en el estadio.
domingo, 8 de julio de 2012
A 20 años del Dream Team
Hace 20 años, los jugadores profesionales de la NBA pudieron participar por primera vez en unos Juegos Olímpicos. Así fue que se formó el Dream Team que viajó a Barcelona 1992, un equipo que es no sólo reconocido como el mejor de la historia del básquetbol, sino también del deporte mundial.
Este "equipo de los sueños", la constelación de estrellas más grande jamás vista, estuvo integrada por Michael Jordan y Scottie Pippen de los Chicago Bulls, John Stockton y Karl Malone de Utah Jazz, Magic Johnson de Los Ángeles Lakers, Larry Bird de los Boston Celtics, David Robinson de los San Antonio Spurs, Patrick Ewing de los New York Knicks, Chris Mullin de Golden State Warrios, Charles Barkley de los Philadelphia 76ers, Clyde Drexler de Portland Trail Blazers y el universitario Christian Laettner de Duke -que fue elegido por ser el mejor de la NCAA y le ganó el lugar a Shaquille O'Neal y Alonzo Mourning-. El técnico fue Chuck Daly, quién había sido campeón con los Detroit Pistons en 1989 y 1990.
El seleccionado estadounidense es recordado por su gran torneo en Barcelona, en donde ganaron la medalla dorada, pero primero tuvieron que pasar por algunos momentos que fueron clave en su formación y no fueron divulgados, que tienen que ver con la previa a los Juegos.
Si bien pasaron sin problemas el Torneo de las Américas de Portland de ese año, que los clasificó como era esperado a la competencia olímpica, el combinado estadounidense tuvo una dura pretemporada con algunos cortocircuitos. Primero, tuvieron un partido polémico en California ante un grupo de sparrings, entre los que se encontraban Grant Hill, Chris Webber y Penny Hardaway, entre otros. Ese día es conocido por los que vieron el encuentro como el día en que el Dream Team perdió -en cruces oficiales, desde su formación, no fue derrotado hasta el Mundial de Indianápolis 2002 ante Argentina-.
El resultado fue 62-54 a favor de los universitarios, pero lo que más se habló de ese día fue que Daly "regaló" el partido para demostrarles a sus jugadores que no se confiaran porque era posible que perdiesen en Barcelona, lo que hubiese sido un escándalo ante los medios.
Durante ese encuentro, Chuck hizo pocas modificaciones tácticas, no reaccionó ante los cambios en el marcador y Jordan jugó poco. Sus asistentes y los que se encontraban allí poco entendían los que sucedía. Al terminar, el entrenador pidió que se borre el resultado final del tablero. Al próximo round, los jóvenes fueron arrollados por las figuras, que no les permitieron ni un punto. Manera extraña pero efectiva de motivar a sus superestrellas.
El otro capítulo que los protagonistas del plantel recuerdan es el del amistoso jugado entre los mismos integrantes del plantel de Estados Unidos, que ellos mismo llaman como "el mejor partido que jugaron". La explicación que dieron fue simple: sabían que las selecciones no podían hacerles frente, por lo que enfrentarse entre ellos mismos era el mejor desafío.
El hecho se dio en la concentración previa en Monte Carlo, en donde los de Jordan -él, Bird, Ewing, Pippen y Malone- estaban contra los de Magic -él, Barkley, Mullin, Robinson y Laettner-. Los de Johnson se pusieron 14-2 al frente y cometieron el error de burlarse de Jordan, diciendo que debía "meterse más en el show y dejar de jugar al golf por las mañanas". El líder de los Bulls, como era de esperarse, tomó el control del partido para emparejarlo rápidamente. Todo siguió con una batalla a cara de perro, en la que Magic se quejaba de que, como en la NBA, todos los fallos iban a favor de "MJ23" y ambos tuvieron un duelo personal con más tensión aún que el que habían protagonizado el año pasado en las finales de la liga.
El ingreso de la prensa fue sólo en los minutos finales, y según cuentan tuvo que ser cortado para que los enfrentamientos no pasen a mayores. El resultado fue 40-36 a favor del team de Jordan, que al final del "entrenamiento" se acercó a Erving y le dijo: "toma tu Gatorade, be like Mike", haciendo alusión a su comercial de la famosa bebida. Más allá de la anécdota, todos entendieron que los únicos que podían vencerse eran ellos mismos.
Y así pasó: nadie les ganó. En primera ronda, 116-48 ante Angola, 103-70 con los Croatas, 111-68 en el match con Alemania, 127-83 frente a los de Brasil y 122-81 contra España. En cuartos, los de Puerto Rico perdieron por 115-77 y, en semifinales, Lituania por 127-76. En la final, 117-85 otra vez con Croacia. Tuvieron a Sir Charles como goleador y un promedio de 117,3 puntos por partido y diferencia de 43,8 con sus rivales. Imparables.
Así fue que las estrellas de la NBA lograron el oro y escribieron una de las páginas doradas del básquetbol. Nadie sino ellos eran los que estaban en el camino a la gloria.
Así fue que las estrellas de la NBA lograron el oro y escribieron una de las páginas doradas del básquetbol. Nadie sino ellos eran los que estaban en el camino a la gloria.
miércoles, 4 de julio de 2012
Cómo se planeó Londres 2012
En este mes de julio, mes olímpico, se podrá ver en la capital inglesa la promesa cumplida de hacer unos juegos sustentables. El plan consistió en realizar obras que tengan utilidad luego de la cita olímpica o que sean removibles después de ella. Eso fue lo que terminó de inclinar la balanza a favor de esta sede y definir la candidatura. La decisión fue acertada: con un gran proyecto y trabajo, Londres está lista para recibir a todos los atletas.
A diferencia del famoso "Nido de Pájaro" levantado para Bejing 2008 o los estadios hechos en Sudáfrica, que fueron un derroche enorme de dinero y no sirvieron para nada luego del torneo, los ingleses se centraron en crear estadios, pistas y una infraestructura útil y desarmable para que la inversión no sea un despropósito.
El estadio olímpico, treinta metros más largos y ancho que el Monumental de River Plate, se podrá deshacer para reducir su capacidad de los 80 mil espectadores iniciales a sólo 25 mil. El Centro Acuático también se achicará, ya que su diseño permite remover las tribunas y disminuir su capacidad en un 85 por ciento. Las instalaciones para equitación, voley playero y básquetbol, entre otras disciplinas, se desmontarán totalmente cuando acabe la fiesta deportiva.
Los ingleses también aseguraron que, por cada libra gastada, 75 centavos quedarían en el lugar y serían usados para algo útil. Esto no es poco, teniendo en cuenta que la demanda para tener todo preparado fue de 8 mil millones, algo así como lo que la provincia de Córdoba produce en un año.
También fue un acierto el disponer de instalaciones deportivas ya construidas, como las canchas de tenis de Wimbledon, el estadio de fútbol de Wembley, el Támesis para competencias acuáticas o el 02 Arena, entre otras.
Sin embargo, el corazón de estos Juegos sustentables es el Parque Olímpico: un predio de 250 hectáreas emplazado en el antiguo barrio industrial abandonado de Stratford, a tres kilómetros del centro londinense. Allí están listos el Estadio Olímpico, el Centro Acuático, el Velódromo, el Estadio de Básquet, el de Handball, la Villa Olímpica y el Centro de Prensa. Cuando termine la competencia, el 12 de agosto, el área se convertirá en el mayor espacio verde público del siglo. En conclusión: toda una zona nueva y con vida para la gente.
También se hizo una estación de tren en ese barrio que une Londres con París, extendieron la línea Este de subterráneos y construyeron estacionamientos en la autopista de circunvalación de la ciudad, con centros de transferencia a transportes especiales.
Es destacable el gran uso que se le dio a material de desecho: se recicló para montar la villa y el parque olímpicos. En total, se demolieron 220 edificios industriales, 52 torres de alta tensión y 2 millones de toneladas de tierra contaminada y luego lavada en plantas montadas en el sitio. El techo liviano de la cancha central de Londres 2012 fue construido con caños de gas recuperados y toda la cubierta ondulada del Centro Acuático es de aluminio reciclado.
El proyecto, entonces, resultó exitoso en cada aspecto. Ahora, sólo queda que empiece el show y la cita olímpica: del 27 de julio al 12 de agosto, Londres será protagonista. Parece tener todo preparado.
domingo, 24 de junio de 2012
LeBron James y su "redención"
Mucho se habló de LeBron James y su deber de ganar un campeonato, de logar su "redención", para callar a los críticos que dudan de su grandeza. Poco puede reprochársele ahora a James, que ganó el título del 2012 con el Miami Heat gracias a una temporada que lo configura no sólo como el mejor basquetbolista del mundo, sino como uno de los más grandes de las historia de este deporte.
El alero del Heat jugó un año que será recordado por siempre y quedará en los libros como uno de los más sorprendentes y completos de la liga. Comenzó con una temporada regular en la que hizo de todo y muy bien: promedios de 27.1 puntos, 7.9 rebotes, 6.2 asistencias y 1.8 robos en 37.5 minutos, todo con gran porcentaje de efectividad de .531 en tiros de campo. Con este rendimiento, lideró a Miami -que tuvo a su ídolo, Dwyane Wade, afuera por 16 partidos de los 66 por lesión- al segundo puesto en la Conferencia del Este y a él a su tercer premio de Jugador Más Valioso o MVP -su tercero en cuatro años-.
Pero su página dorada, su mayor logro hasta ahora, fue su postemporada heroica. Una postemporada en la que llevó a los de la Florida a la cima de la NBA, aunque no sin sufrir en cada serie. Un 4-1 en la primer ronda ante los New York Knicks de Carmelo Anthony, que dio pelea solo hasta que pudo. Un 4-2 ante los Indiana Pacers, que aprovecharon la lesión abdominal de Chris Bosh y la de rodilla de Wade para ponerse 2-1 con ventaja de localía, pero que luego sufrieron al "Rey". Unos orgullosos Boston Celtics, que pasaron de un 0-2 a un 3-2 con chance de liquidar en casa, pero que se vieron minimizados por un inolvidable sexto partido de "LBJ" -45 puntos, 15 rebotes y 5 asistencias en su mejor actuación y una de las más grandes de la historia de los playoffs, por el momento y la presión- y un séptimo encuentro en el que el Big 3 de James, Wade y Chris Bosh brilló. Y, finalmente, un 4-1 contra un joven Oklahoma City Thunder, que ganó el primero pero luego fue arrollado por la mejor versión de "Bron" en unas finales -lo que le mereció el trofeo al mejor de las finales, juntó con la copa-.
El de Akron había llegado a la última instancia en dos ocasiones, pero nunca pudo conseguir la gloria. En 2007, perdió con Cleveland por 4 a 0 ante San Antonio Spurs, mientras que en 2011 fueron los Dallas Mavericks los que le robaron con un 4-2 la oportunidad de campeonar. La tercera fue la vencida: el Thunder de Kevin Durant, Russel Westbrook y James Harden sucumbió ante el Heat de LeBron, que logró su primer título y calló a todos los que lo tildaban de perdedor y que habían declarado que nunca ganaría un título.
La verdad es que la estrella de la liga nunca la tuvo fácil para llegar a la meta: fue drafteado en 2003 por los Cleveland Cavaliers, una franquicia que nunca había ganado un torneo y que tenía un plantel de muy baja calidad. Esto, sumándole la presión que tenía un chico de 18 años que se había salteado el basketball universitario -del High School pasó al Draft, gracias a sus partidos en el colegio que llevaron a que el periodismo lo catalogara como "El Elegido"- de ganar con un conjunto perdedor, complicaba el panorama.
Su talento y el amor que tenía por el club de su ciudad, Ohio, le permitieron colocar a unos mediocres "Cavs" en la cima de la liga por varios años en la temporada regular. En 2007, dejó de ser promesa al eliminar a los Detroit Pistons, que estaban 2 a 0, gracias a un quinto juego recordado -en un encuentro que quedó en la memoria de todos, anotó 48 puntos, los últimos 25 del equipo, para ganar en doble tiempo extra-. Sin embargo, los Spurs barrieron en la última ronda. En 2008, los Celtics lo eliminaron en siete juegos las finales del este, a pesar de sus 45 tantos en el choque definitivo. En 2009, año en que llevó a los Cavaliers a la primer posición en la temporada regular -primera vez en la historia- y ganó su primer MVP, el Orlando Magic los venció en seis juegos. En 2010, los suyos volvieron a mandar en los primeros 82 partidos y repitió el premio al más valioso, pero Boston rompió las ilusiones en las semis del este por 4 a 2. Los Celtics terminaron siendo su bestia negra en esta etapa, ya que el jugador número 23 de Cleveland terminó allí su contrato y, siendo agente libre, dejó la ciudad para cambiar de equipo.
Hasta aquí, poca gente ponía en dudas a James, ya que cargaba él solo a un equipo en una cruzada casi imposible. Pero su "Decisión" de irse a Miami, junto a Wade y Bosh -y la manera de anunciarlo, en un show televisivo- llevó a que sus ex fanáticos quemaran su camiseta y todo el mundo de básquetbol en Estados Unidos odiara al "Big Three". Esto, sumado a la fiesta de bienvenida de las estrellas a Miami y la promesa del ahora número 6 de "No sólo un título, no dos, no tres..." provocaron el descontento de todos. Fueron insultados y silbados en cada estadio -ni hablar en Cleveland, donde lo trataron de traidor-. Sus declaraciones tampoco ayudaron: al quedar afuera en la final ante los Mavericks en 2011, tuvo muy mal trato con la prensa y fue tildado de "egoísta" y "malcriado".
También fueron muchos los que decían que había elegido el camino fácil al juntarse con otras estrellas de la NBA. Algo que no es del todo cierto: Jordan necesitó a Pippen y Rodman, Magic a Abdul-Jabbar, Duncan a Robinson, Parker y Ginóbili, Garnett a Pierce y Allen, Kobe a O'Neal y luego a Gasol, y así muchos otros. Ninguna estrella ganó nada sola, todos necesitan un equipo que la respalde. Un jugador gana partidos, pero un equipo campeonatos.
Otra de las cosas que se dijo era que no terminaría de consagrarse o no estaría entre los más grandes porque no poseía un anillo. Esto es totalmente erróneo: sólo hay que recordar a enormes basquetbolistas como Patrick Ewing, Karl Malone, John Stockton o Charles Barkley, que serán siempre apuntados como algunos de los mejores, pero que tampoco fueron campeones.
Terminada la campaña 2010-2011, el periodismo y los fans lo señalaron como el responsable del fracaso deportivo por su poca participación en las finales por el campeonato. Pudo darlo vuelta un año después: promedio 28.6 puntos, 10.2 rebotes y 7.4 asistencias, además de cerrar el torneo con un triple doble para lograr el título.
Con esto pudo saldar su deuda y su "redención", pero lo más sorprendente fue el cambio que tuvo en cuanto a su actitud en este año. Podía vérselo totalmente concentrado y compenetrado para que el Heat ganara, y jugó a un nivel acorde para lograr el objetivo. Y, en los partidos ante Oklahoma, jugó de manera superlativa y con esa mirada que tienen los ganadores y los campeones. El año pasado, se burlaba de un Dirk Nowitzki que jugaba con fiebre y luego lo derrotó, mientras que ahora terminó abrazando a Durant, quien fue señalado como su gran rival durante toda la temporada, para consolarlo.
Terminado el año y logrado lo que siempre soñó, declaró: "Lo mejor que me pudo haber pasado el año pasado fue perder las finales. En ese entonces, jugaba para demostrarles a todos que estaban equivocados en lugar de jugar mi juego y disfrutar del deporte que amo. Eso me afectó, no era yo. Cuando perdí, me miré al espejo y me dije que debía cambiar. Esa experiencia me hizo sufrir, pero me di cuenta lo que necesitaba para mi y mi equipo. Me hizo ser humilde. Volví al principio y logré lo que siempre soñé. Es el mejor día de mi vida".
Poco queda para reprocharle a LeBron James afuera de la cancha. Adentro, no hay discusión acerca de su grandeza.
LeBron "King" James:
MVP Rookie (2004)
Mejor quinteto Rookie (2004)
6 Veces en el mejor quinteto
4 Veces en el mejor quinteto defensivo
8 Veces All-Star
2 MVP del All-Star Game (2006 y 2008)
3 MVP de la temporada regular (2009,2010 y 2012)
MVP de las finales (2012)
Campeón NBA (2012)
Goleador de la temporada (2008)
Torneo de las Américas (2007)
Medalla de oro olímpica (2008)
El alero del Heat jugó un año que será recordado por siempre y quedará en los libros como uno de los más sorprendentes y completos de la liga. Comenzó con una temporada regular en la que hizo de todo y muy bien: promedios de 27.1 puntos, 7.9 rebotes, 6.2 asistencias y 1.8 robos en 37.5 minutos, todo con gran porcentaje de efectividad de .531 en tiros de campo. Con este rendimiento, lideró a Miami -que tuvo a su ídolo, Dwyane Wade, afuera por 16 partidos de los 66 por lesión- al segundo puesto en la Conferencia del Este y a él a su tercer premio de Jugador Más Valioso o MVP -su tercero en cuatro años-.
Pero su página dorada, su mayor logro hasta ahora, fue su postemporada heroica. Una postemporada en la que llevó a los de la Florida a la cima de la NBA, aunque no sin sufrir en cada serie. Un 4-1 en la primer ronda ante los New York Knicks de Carmelo Anthony, que dio pelea solo hasta que pudo. Un 4-2 ante los Indiana Pacers, que aprovecharon la lesión abdominal de Chris Bosh y la de rodilla de Wade para ponerse 2-1 con ventaja de localía, pero que luego sufrieron al "Rey". Unos orgullosos Boston Celtics, que pasaron de un 0-2 a un 3-2 con chance de liquidar en casa, pero que se vieron minimizados por un inolvidable sexto partido de "LBJ" -45 puntos, 15 rebotes y 5 asistencias en su mejor actuación y una de las más grandes de la historia de los playoffs, por el momento y la presión- y un séptimo encuentro en el que el Big 3 de James, Wade y Chris Bosh brilló. Y, finalmente, un 4-1 contra un joven Oklahoma City Thunder, que ganó el primero pero luego fue arrollado por la mejor versión de "Bron" en unas finales -lo que le mereció el trofeo al mejor de las finales, juntó con la copa-.
El de Akron había llegado a la última instancia en dos ocasiones, pero nunca pudo conseguir la gloria. En 2007, perdió con Cleveland por 4 a 0 ante San Antonio Spurs, mientras que en 2011 fueron los Dallas Mavericks los que le robaron con un 4-2 la oportunidad de campeonar. La tercera fue la vencida: el Thunder de Kevin Durant, Russel Westbrook y James Harden sucumbió ante el Heat de LeBron, que logró su primer título y calló a todos los que lo tildaban de perdedor y que habían declarado que nunca ganaría un título.
La verdad es que la estrella de la liga nunca la tuvo fácil para llegar a la meta: fue drafteado en 2003 por los Cleveland Cavaliers, una franquicia que nunca había ganado un torneo y que tenía un plantel de muy baja calidad. Esto, sumándole la presión que tenía un chico de 18 años que se había salteado el basketball universitario -del High School pasó al Draft, gracias a sus partidos en el colegio que llevaron a que el periodismo lo catalogara como "El Elegido"- de ganar con un conjunto perdedor, complicaba el panorama.
Su talento y el amor que tenía por el club de su ciudad, Ohio, le permitieron colocar a unos mediocres "Cavs" en la cima de la liga por varios años en la temporada regular. En 2007, dejó de ser promesa al eliminar a los Detroit Pistons, que estaban 2 a 0, gracias a un quinto juego recordado -en un encuentro que quedó en la memoria de todos, anotó 48 puntos, los últimos 25 del equipo, para ganar en doble tiempo extra-. Sin embargo, los Spurs barrieron en la última ronda. En 2008, los Celtics lo eliminaron en siete juegos las finales del este, a pesar de sus 45 tantos en el choque definitivo. En 2009, año en que llevó a los Cavaliers a la primer posición en la temporada regular -primera vez en la historia- y ganó su primer MVP, el Orlando Magic los venció en seis juegos. En 2010, los suyos volvieron a mandar en los primeros 82 partidos y repitió el premio al más valioso, pero Boston rompió las ilusiones en las semis del este por 4 a 2. Los Celtics terminaron siendo su bestia negra en esta etapa, ya que el jugador número 23 de Cleveland terminó allí su contrato y, siendo agente libre, dejó la ciudad para cambiar de equipo.
Hasta aquí, poca gente ponía en dudas a James, ya que cargaba él solo a un equipo en una cruzada casi imposible. Pero su "Decisión" de irse a Miami, junto a Wade y Bosh -y la manera de anunciarlo, en un show televisivo- llevó a que sus ex fanáticos quemaran su camiseta y todo el mundo de básquetbol en Estados Unidos odiara al "Big Three". Esto, sumado a la fiesta de bienvenida de las estrellas a Miami y la promesa del ahora número 6 de "No sólo un título, no dos, no tres..." provocaron el descontento de todos. Fueron insultados y silbados en cada estadio -ni hablar en Cleveland, donde lo trataron de traidor-. Sus declaraciones tampoco ayudaron: al quedar afuera en la final ante los Mavericks en 2011, tuvo muy mal trato con la prensa y fue tildado de "egoísta" y "malcriado".
También fueron muchos los que decían que había elegido el camino fácil al juntarse con otras estrellas de la NBA. Algo que no es del todo cierto: Jordan necesitó a Pippen y Rodman, Magic a Abdul-Jabbar, Duncan a Robinson, Parker y Ginóbili, Garnett a Pierce y Allen, Kobe a O'Neal y luego a Gasol, y así muchos otros. Ninguna estrella ganó nada sola, todos necesitan un equipo que la respalde. Un jugador gana partidos, pero un equipo campeonatos.
Otra de las cosas que se dijo era que no terminaría de consagrarse o no estaría entre los más grandes porque no poseía un anillo. Esto es totalmente erróneo: sólo hay que recordar a enormes basquetbolistas como Patrick Ewing, Karl Malone, John Stockton o Charles Barkley, que serán siempre apuntados como algunos de los mejores, pero que tampoco fueron campeones.
Terminada la campaña 2010-2011, el periodismo y los fans lo señalaron como el responsable del fracaso deportivo por su poca participación en las finales por el campeonato. Pudo darlo vuelta un año después: promedio 28.6 puntos, 10.2 rebotes y 7.4 asistencias, además de cerrar el torneo con un triple doble para lograr el título.
Con esto pudo saldar su deuda y su "redención", pero lo más sorprendente fue el cambio que tuvo en cuanto a su actitud en este año. Podía vérselo totalmente concentrado y compenetrado para que el Heat ganara, y jugó a un nivel acorde para lograr el objetivo. Y, en los partidos ante Oklahoma, jugó de manera superlativa y con esa mirada que tienen los ganadores y los campeones. El año pasado, se burlaba de un Dirk Nowitzki que jugaba con fiebre y luego lo derrotó, mientras que ahora terminó abrazando a Durant, quien fue señalado como su gran rival durante toda la temporada, para consolarlo.
Terminado el año y logrado lo que siempre soñó, declaró: "Lo mejor que me pudo haber pasado el año pasado fue perder las finales. En ese entonces, jugaba para demostrarles a todos que estaban equivocados en lugar de jugar mi juego y disfrutar del deporte que amo. Eso me afectó, no era yo. Cuando perdí, me miré al espejo y me dije que debía cambiar. Esa experiencia me hizo sufrir, pero me di cuenta lo que necesitaba para mi y mi equipo. Me hizo ser humilde. Volví al principio y logré lo que siempre soñé. Es el mejor día de mi vida".
Poco queda para reprocharle a LeBron James afuera de la cancha. Adentro, no hay discusión acerca de su grandeza.
LeBron "King" James:
MVP Rookie (2004)
Mejor quinteto Rookie (2004)
6 Veces en el mejor quinteto
4 Veces en el mejor quinteto defensivo
8 Veces All-Star
2 MVP del All-Star Game (2006 y 2008)
3 MVP de la temporada regular (2009,2010 y 2012)
MVP de las finales (2012)
Campeón NBA (2012)
Goleador de la temporada (2008)
Torneo de las Américas (2007)
Medalla de oro olímpica (2008)
sábado, 9 de junio de 2012
Sharapova sigue con el legado de las grandes tenistas
Maureen Connolly, Margaret Smith, Billie Jean King, Chris Evert, Martina Navratilova, Steffi Graf, Gabriela Sabbatini, Monica Seles, Martina Hingis, Lindsay Davenport, Justine Henin, Serena Williams, Venus Williams y Kim Clijsters. Si hay que labrar la historia del tenis femenino con nombres, esos serían los que formarían la lista. Aunque habría que tener en cuenta a partir de hoy -y hacer un balance al final de su joven carrera para ver si merece integrarla- a María Sharapova. La rusa logró el torneo grande que le faltaba: Roland Garros. Y, con el, completo su Grand Slam de carrera y se configura como una de las mejores tenistas de los últimos tiempos.
Es difícil hacer un contraste de lo conseguido por Sharapova con las más grandes de este deporte. Lejos está de ser equiparada con ellas, pero sí puede ser colocada entre las mejores de la última década y de los últimos años.
En cuanto a lo que ganaron, su influencia en el mundo tenístico y su gran calidad de juego, las más destacadas de segundo milenio son las hermanas Williams, Justine Henin y Kim Clijsters.
La mayor de las Williams, Venus, logró 43 títulos singles, entre ellos siete Gland Slams -ganó Wimbledon en cinco ocasiones y US Open en dos-, pero no consiguió ganar sus finales de Australia en 2003 ni Roland Garros en 2004-. También fue doble medalla dorada en Sydney 2000 y consiguió el dobles en Beijing 2008.
Su hermana Serena levantó 41 trofeos, entre ellos trece torneos grandes de todos los colores: cinco abiertos australianos, un abierto francés, cuatro ingleses y tres de Estados Unidos. También logró dos oros en dobles, tanto en Sydney como en Beijing. Ambas lograron el Grand Slam de carrera en dobles, jugando juntas.
Henin, por su parte, tiene en total 43 copas y siete grandes -un Australia, cuatro Roland Garros y dos US Open- aunque le faltó el abierto de Inglaterra. También fue oro olímpico en Atenas 2004 singles. Clijsters tiene 41 consagraciones, pero no es una gran campeona de Slams: sólo Australia en 2011 y tres US Open, perdiendo finales de Roland Garros en 2001 y 2003 y no pasando de semis en el más antiguo torneo de los cuatro.
Claramente, éstas fueron las últimas grandes figuras de este deporte, pero con Clijsters sin ganar nada desde el año pasado, Henin retirada y las hermanas estadounidenses en decadencias por problemas de salud y físicos, podría empezarse a analizar a la María como el nuevo estandarte para marcar una época. Tiene sólo veinticinco años, mientras que las ya analizadas pasaron los treinta.
La rusa tuvo un arranque prometedor de carrera, logrando en 2004 -su segundo año como profesional- el abierto inglés frente a Serena y el WTA Championship -equivalente al Masters masculino-. Aún compitiendo en una época dominada por las Williams, Davenport, Henin y Clijsters, logró meterse en el top ten rápidamente y fue considerada una gran promesa. Luego ganó en Estados Unidos en 2006 y en Australia en 2008 -ante Henin y Ana Ivanovic- y fue número uno, pero las lesiones mermaron su rendimiento y cortaron su reinado. Aún así, consiguió hasta ahora 27 títulos y, con el Roland Garros de hoy, su cuarto Grand Slam, completando la corona de carrera -algo que sólo otras nueve mujeres alcanzaron-. Esto la mete en el lote de las mejores, teniendo mucho tiempo para seguir aumentando sus vitrinas.
En este 2012, el primer año en mucho tiempo en el que tiene continuidad, ya llegó a la final del Australian, Indian Wells y Miami y ganó Stuttgart, Roma y el torneo parisíno. Desde el lunes, volverá a la cima del Ranking WTA. El futuro dirá, y se podrá ver en unos años lo que Sharapova llegó a ganar y lograr. Por ahora, se puede hablar de ella como la que conquistó Australia, Francia, Inglaterra, América y el mundo. Reina hoy, princesa siempre.
lunes, 4 de junio de 2012
Lionel Messi, sólo en números
Para los que critican a Lionel Messi, los resultadistas, los tercos, los falsos exitistas -porque si hay algo que Messi logró es el éxito, pero para algunos el éxito de un gran futbolista se puede medir sólo si ganó un Mundial, y eso es una pretención nuestra- o la gente que simplemente y quizás sin razón lo critican, aquí un resumen de la última temporada del delantero -¿delantero?- del Barcelona. Una temporada que fue, hasta para el mismo Lionel, implacable y sin precedentes. Porque si algo demostró "la pulga" es una evolución y proyección realmente sorprendente y que parece no tener fin. Como lo resumió Josep Guardiola, el ahora ex entrenador del equipo culé: "de Messi he aprendido a ser más competitivo de lo que era cuando llegue".
En julio del 2011, fue elegido Patrimonio Deportivo de la Humanidad. Un mes después, metió tres goles ante Real Madrid en la serie de la Supercopa de España -además de convertirse en el máximo anotador del trofeo, con 8 gritos-. Pocos días más tarde, hizo un tanto ante el Porto y se quedó con la Supercopa de Europa -la única competencia en la que Lionel no había logrado registrar goles-. Y ese mismo mes, fue elegido como Mejor Jugador de la UEFA durante la temporada 2010/2011 -un premio novedoso y que aún el argentino no poseía en sus amplias vitrinas-.
Tiempo más tarde -sólo un poco, porque sabemos que Messi nos acostumbró a romper récord con más rapidez de la que uno tarda en encontrarle uno nuevo- destronó a los máximos artilleros blaugranas: Kubala y César Rodríguez, con 192 y 235, respectivamente. Sin ser delantero centro ni alto, arrolla las defensas rivales y se convierte en el más goleador de todos, sin ser un tanque como Torres, Drogba, Huntelaar, etc. -¿o si lo es?-.
En diciembre, fue anunciado como el segundo mejor jugador de la historia de la Champions League, detrás de Zinedine Zinane -y, seguramente, lo desplazará en el futuro-. Dos días después, pasó a ser el extranjero con más presencias en el Barca, en un partido ante el Madrid. Y terminó el año con todo: volvió a ganar el Mundial de Clubes, goleando por 4 a 0 en la final al Santos de Neymar, campeón de la Copa Libertadores. Aquí otro rasgo de Leo Messi: el periodismo y los fanáticos del fútbol lo siguen enfrentando con jugadores que van apareciendo, y el demuestra año a año lo lejos que están todos de él y que está en un nivel superlativo -un nivel que no decae y que crece campaña tras campaña-. Como pasaron Rooney o Kaká, también quedó relegado Neymar, que le pidió la camiseta a su ídolo y declaró al terminar la final que había aprendido a jugar al fútbol ese día. Quizás el único futbolista que parece no bajar de revoluciones y aumenta sus números con las temporadas es Cristiano Ronaldo, aunque este también sea inferior al rosarino.
Comenzamos el 2012: persona más popular del globo, según la revista Time, y tercer Balón de Oro. En marzo, anotó cinco veces contra el Bayern Leverkusen en Liga de Campeones -primero que lo hace-. Luego acabaría empatando la marca de Altafini con 14 goles en la competición, siendo el que más rompió redes en la copa europea por cuarto año consecutivo. Y en liga, pasó los 34 goles del brasileño Ronaldo y se anotó como el que más convirtió en una temporada como azulgrana. Terminó con un título al ganar la Copa del Rey ante el Atlhetic Bilbao de Marcelo Bielsa, despidiendo a Josep Guardiola con otra vuelta.
Finalmente, acabó el año futbolístico en Europa con 73 goles entre todas las competencias -quebrando, cuando no, otro récord: máximo goleador europeo en una temporada-. Como consecuencia, ganó el Pichichi en España y la Bota de Oro en el continente -nadie consiguió dos como él- con 50 y 73, respectivamente. ¿Algo más para alcanzar le faltó a este joven de 24 años?.
Temporada 2011/2012 de Messi:
Con Barcelona:
4 títulos: Supercopa de España, Supercopa de Europa, Mundial de Clubes y Copa del Rey -metió goles en todas las finales-.
73 goles en 60 partidos -promedio de gol de 1,21-. 50 en Liga, 14 en Champions, 3 en Copa, 4 en Supercopas y 2 en Mundial de Clubes-.
Siete veces hizo 3 goles, dos veces hizo 4 y una vez cinco.
Máximo goleador histórico del Barcelona, con 253 tantos en 329 juegos.
Con Argentina:
6 anotaciones en 8 encuentros -23 en 69 en total-.
Cuarto máximo artillero albiceleste, empatado con Luis Artime y por encima de Leopoldo Luque y Daniel Passarella
Total de títulos: 21 -5 Ligas, 3 Champions, 2 Copas del Rey, 5 Supercopas españolas, 2 Supercopas europeas, 2 Mundiales de Clubes, 1 Mundial Sub-20 y un oro olímpico-.
En julio del 2011, fue elegido Patrimonio Deportivo de la Humanidad. Un mes después, metió tres goles ante Real Madrid en la serie de la Supercopa de España -además de convertirse en el máximo anotador del trofeo, con 8 gritos-. Pocos días más tarde, hizo un tanto ante el Porto y se quedó con la Supercopa de Europa -la única competencia en la que Lionel no había logrado registrar goles-. Y ese mismo mes, fue elegido como Mejor Jugador de la UEFA durante la temporada 2010/2011 -un premio novedoso y que aún el argentino no poseía en sus amplias vitrinas-.
Tiempo más tarde -sólo un poco, porque sabemos que Messi nos acostumbró a romper récord con más rapidez de la que uno tarda en encontrarle uno nuevo- destronó a los máximos artilleros blaugranas: Kubala y César Rodríguez, con 192 y 235, respectivamente. Sin ser delantero centro ni alto, arrolla las defensas rivales y se convierte en el más goleador de todos, sin ser un tanque como Torres, Drogba, Huntelaar, etc. -¿o si lo es?-.
En diciembre, fue anunciado como el segundo mejor jugador de la historia de la Champions League, detrás de Zinedine Zinane -y, seguramente, lo desplazará en el futuro-. Dos días después, pasó a ser el extranjero con más presencias en el Barca, en un partido ante el Madrid. Y terminó el año con todo: volvió a ganar el Mundial de Clubes, goleando por 4 a 0 en la final al Santos de Neymar, campeón de la Copa Libertadores. Aquí otro rasgo de Leo Messi: el periodismo y los fanáticos del fútbol lo siguen enfrentando con jugadores que van apareciendo, y el demuestra año a año lo lejos que están todos de él y que está en un nivel superlativo -un nivel que no decae y que crece campaña tras campaña-. Como pasaron Rooney o Kaká, también quedó relegado Neymar, que le pidió la camiseta a su ídolo y declaró al terminar la final que había aprendido a jugar al fútbol ese día. Quizás el único futbolista que parece no bajar de revoluciones y aumenta sus números con las temporadas es Cristiano Ronaldo, aunque este también sea inferior al rosarino.
Comenzamos el 2012: persona más popular del globo, según la revista Time, y tercer Balón de Oro. En marzo, anotó cinco veces contra el Bayern Leverkusen en Liga de Campeones -primero que lo hace-. Luego acabaría empatando la marca de Altafini con 14 goles en la competición, siendo el que más rompió redes en la copa europea por cuarto año consecutivo. Y en liga, pasó los 34 goles del brasileño Ronaldo y se anotó como el que más convirtió en una temporada como azulgrana. Terminó con un título al ganar la Copa del Rey ante el Atlhetic Bilbao de Marcelo Bielsa, despidiendo a Josep Guardiola con otra vuelta.
Finalmente, acabó el año futbolístico en Europa con 73 goles entre todas las competencias -quebrando, cuando no, otro récord: máximo goleador europeo en una temporada-. Como consecuencia, ganó el Pichichi en España y la Bota de Oro en el continente -nadie consiguió dos como él- con 50 y 73, respectivamente. ¿Algo más para alcanzar le faltó a este joven de 24 años?.
Temporada 2011/2012 de Messi:
Con Barcelona:
4 títulos: Supercopa de España, Supercopa de Europa, Mundial de Clubes y Copa del Rey -metió goles en todas las finales-.
Siete veces hizo 3 goles, dos veces hizo 4 y una vez cinco.
Máximo goleador histórico del Barcelona, con 253 tantos en 329 juegos.
Con Argentina:
6 anotaciones en 8 encuentros -23 en 69 en total-.
Cuarto máximo artillero albiceleste, empatado con Luis Artime y por encima de Leopoldo Luque y Daniel Passarella
Total de títulos: 21 -5 Ligas, 3 Champions, 2 Copas del Rey, 5 Supercopas españolas, 2 Supercopas europeas, 2 Mundiales de Clubes, 1 Mundial Sub-20 y un oro olímpico-.
viernes, 1 de junio de 2012
Obras y Peñarol: los proyectos rinden frutos
No es casualidad que Obras Sanitarias y Peñarol de Mar del Plata -números 1 y 2 de la temporada regular, respectivamente- hayan llegado a las finales de la Liga Nacional de Básquetbol. Además de su filosofía de juego, plantel de jerarquía y entrenadores consolidados, tienen algo que mucho se promete y poco se cumple, tanto en este deporte como en general: un proyecto a largo plazo.
El club de Capital Federal, que terminó líder tanto en esta temporada como en la anterior, se armó y preparó para grandes cosas con el regreso de Julio Lamas, luego de un año sabático. Luego, repatriaron a Juan Gutiérrez, hijo pródigo del Tachero, quién terminó como MVP este año. Es la piedra angular, pero está bien rodeado de jugadores como Martín Osimani, Alexis Elsener, Alejandro Konsztadt, Julio Mazzaro y Tyler Field. Todos ellos seguirán la siguiente campaña, lo que aumenta las expectativas para seguir viendo a este equipo que tan buen juego despliega. El que no continuará será Lamas, que ya ha anunciado que se dedicará de lleno a preparar a la Selección Argentian para los Juegos Olímpicos de Londres. De todas formas, la base está y, si se piensa a futuro, los resultados llegarán.
Peñarol es un caso aparte: el flamante tricampeón de la LNB -luego de vencer por 4-2 a Obras en la final- comenzó su reinado en 2007, cuando fue a buscar a Sergio Hernández -que ahora tiene seis Ligas entre Peñarol, Estudiantes y Boca-. Con Oveja, terminaron teceros en 2008 y segundos en 2009. Luego, dio el golpe al contratar a Leo Gutiérrez -el que más campeonatos tiene, con nueve-. El plantel se completó con basquetbolistas de las inferiores como el alero Marcos Mata y el base Facundo Campazzo, claves para el éxito del conjunto de Mar del Plata, y las incorporaciones de Martín Leiva y el extranjero Kyle Lamonte, -el único en la plantilla, a diferencia de los demás clubes que abusan de los jugadores de afuera-. El resultado es un equipo sólido, con temperamento, oficio y actitud ganadora.
Este grupo, fruto de grandes decisiones dirigenciales y de trabajo de las inferiores y del técnico, es la razón por la cual el marplatense se transformó en tan poco tiempo en una dinastía, de las más grandes de la historia de la liga. Los números lo demuestran: 11 títulos en 6 años -las tres ligas consecutivas, dos Ligas de las Américas, tres Súper 8, una Copa Argentina y dos Interligas-.
Peñarol y Obras: dos ejemplos de proyectos verdaderos, dos grandes futuros. La gran final da muestra de ello.
El club de Capital Federal, que terminó líder tanto en esta temporada como en la anterior, se armó y preparó para grandes cosas con el regreso de Julio Lamas, luego de un año sabático. Luego, repatriaron a Juan Gutiérrez, hijo pródigo del Tachero, quién terminó como MVP este año. Es la piedra angular, pero está bien rodeado de jugadores como Martín Osimani, Alexis Elsener, Alejandro Konsztadt, Julio Mazzaro y Tyler Field. Todos ellos seguirán la siguiente campaña, lo que aumenta las expectativas para seguir viendo a este equipo que tan buen juego despliega. El que no continuará será Lamas, que ya ha anunciado que se dedicará de lleno a preparar a la Selección Argentian para los Juegos Olímpicos de Londres. De todas formas, la base está y, si se piensa a futuro, los resultados llegarán.
Peñarol es un caso aparte: el flamante tricampeón de la LNB -luego de vencer por 4-2 a Obras en la final- comenzó su reinado en 2007, cuando fue a buscar a Sergio Hernández -que ahora tiene seis Ligas entre Peñarol, Estudiantes y Boca-. Con Oveja, terminaron teceros en 2008 y segundos en 2009. Luego, dio el golpe al contratar a Leo Gutiérrez -el que más campeonatos tiene, con nueve-. El plantel se completó con basquetbolistas de las inferiores como el alero Marcos Mata y el base Facundo Campazzo, claves para el éxito del conjunto de Mar del Plata, y las incorporaciones de Martín Leiva y el extranjero Kyle Lamonte, -el único en la plantilla, a diferencia de los demás clubes que abusan de los jugadores de afuera-. El resultado es un equipo sólido, con temperamento, oficio y actitud ganadora.
Este grupo, fruto de grandes decisiones dirigenciales y de trabajo de las inferiores y del técnico, es la razón por la cual el marplatense se transformó en tan poco tiempo en una dinastía, de las más grandes de la historia de la liga. Los números lo demuestran: 11 títulos en 6 años -las tres ligas consecutivas, dos Ligas de las Américas, tres Súper 8, una Copa Argentina y dos Interligas-.
Peñarol y Obras: dos ejemplos de proyectos verdaderos, dos grandes futuros. La gran final da muestra de ello.
viernes, 25 de mayo de 2012
Drogba y el Chelsea terminan su cruzada
El delantero de Costa de Marfil fue la apuesta del ruso Roman Abramovich, que compró el Chelsea en 2003 con el fin de ponerlo en la cima del fútbol europeo. No se equivocó: Didier llenó de gloria al club y cumplió su misión al liderarlo hacia la Champions League.
El costamarfilense, de 34 años, es un enorme delantero que se destaca tanto por su enorme destreza y su potencia como por su carácter de guererro y triunfador, que era la imagén necesaria para lograr el sueño del magnate de Rusia.
Tuvo una infancia dura en Abiyán, en la que lidió con problemas familiares, económicos y tuvo que dejar sus estudios para viajar a Francia en busca un futuro. Parecía que lo lograría a llegar al Le Mans, pero no tuvo un buen rendimiento y el equipo de la segunda división lo vendió sólo por 80 mil libras al Guingamp. Allí, empezó a adaptarse y logró una buena cifra de 17 goles en 34 partidos, que lo catapultó al Olympique de Marsella -fue vendido por 5 millones de euros-. En el Velodrome mejoró su cuenta goleadora y fue elegido mejor futbolista de la Ligue 1 -con 19 anotacioens en 35 encuentros-. Llevó al equipo a la final de la Copa UEFA, aunque perdió con el Valencia CF. La hora había llegado: por 24 millones de libras -convirtiéndose en el marfileño más caro de la historia-, los caminos del nuevo Chelsea de Roman y el africano se cruzarían para comenzar a labrar la época exitosa de ambos.
En Stanford Bridge, comandado por José Mourino, comenzaría con un gol para no parar más y convertirse en goleador de la Premier League en dos ocasiones y empezar a darle títulos a un equipo que durante 50 años tuvo sus vitrinas vacias. Las primeras tres ligas de su historia, junto con tres FA Cups, dos Carling Cups y dos Community Shields convirtieron a este equipo con plantel millonario a ser el mejor de Inglaterra en este siglo, junto con el Manchester United. El punta fue la estrella en cada uno de los trofeos levantados, convirtiéndose en el único en anotar en seis finales de copas inglesas, como también se consolidó como máximo anotador del equipo en copas europeas.
En el medio de esta carrera ascendente, el delantero logró consolidar una familia y mostrarse como un ícono y ejemplo de su raza y su pueblo, tanto adentro como afuera de la cancha. El Mejor Jugador Africano clasificó a su selección -de la que es el mayor goleador histórico con 55- al Mundial de Alemania 2006 y utilizó su imagen como medio para pedir, arrodillado en medio del campo y ante las cámaras y los ojos del mundo, que los dos bandos que se enfrentaban en una cruel guerra en su patria se detengan y que haya paz. La respuesta fue el cese de la guerra civil que había durado cinco años.
Parecía que no había nada más por conseguir para Drogba, pero sí lo había: todavía quedaba la promesa de conseguir la orejona. Esa que tanto se negaba y que el fútbol le debía a los londinenses.
Series apretadas contra el Liverpool -con goles fantasmas incluidos-, penales errados, una final en la que una resbalada del capitán blue negó el título y un bombazo de Andrés Iniesta en el minuto 93 -en el famoso Desastre de Stanford Bridge- parecían ser un golpe tras otro para las ilusiones de los azules.
Pero todo cambio en 2012, un año en el que se un proyecto que parecía destinado al éxito con André Villas-Boas se desmoronó y un nada mediático Roberto Di Matteo tuvo que agarrar hasta el final de la temporada. Primero, se levantó la cuarta FA Cup contra el Liverpool. Y el final fue la soñada Copa de Europa en, quizás, el año que menos mereció y menos la esperó.
Luego de una serie durísima contra el Napoli, una serie recordada contra el verdugo Barcelona y una final contra el "Campeón anticipado" Bayern Munich en su estadio, el Chelsea FC llegó a la cima. Todo gracias al héroe más esperado, que puso el empate sobre el final de los 90 y metió el penal decisivo para cerrar la historia. ya no hay nada más que alcanzar. Con su contrato terminado -luego de 157 goles en 303 partidos, quedando como uno de los máximos artilleros históricos- y su decisión tomada de dejar Londres, Didi puede ir a donde quiera. Su misión está cumplida.
El costamarfilense, de 34 años, es un enorme delantero que se destaca tanto por su enorme destreza y su potencia como por su carácter de guererro y triunfador, que era la imagén necesaria para lograr el sueño del magnate de Rusia.
Tuvo una infancia dura en Abiyán, en la que lidió con problemas familiares, económicos y tuvo que dejar sus estudios para viajar a Francia en busca un futuro. Parecía que lo lograría a llegar al Le Mans, pero no tuvo un buen rendimiento y el equipo de la segunda división lo vendió sólo por 80 mil libras al Guingamp. Allí, empezó a adaptarse y logró una buena cifra de 17 goles en 34 partidos, que lo catapultó al Olympique de Marsella -fue vendido por 5 millones de euros-. En el Velodrome mejoró su cuenta goleadora y fue elegido mejor futbolista de la Ligue 1 -con 19 anotacioens en 35 encuentros-. Llevó al equipo a la final de la Copa UEFA, aunque perdió con el Valencia CF. La hora había llegado: por 24 millones de libras -convirtiéndose en el marfileño más caro de la historia-, los caminos del nuevo Chelsea de Roman y el africano se cruzarían para comenzar a labrar la época exitosa de ambos.
En Stanford Bridge, comandado por José Mourino, comenzaría con un gol para no parar más y convertirse en goleador de la Premier League en dos ocasiones y empezar a darle títulos a un equipo que durante 50 años tuvo sus vitrinas vacias. Las primeras tres ligas de su historia, junto con tres FA Cups, dos Carling Cups y dos Community Shields convirtieron a este equipo con plantel millonario a ser el mejor de Inglaterra en este siglo, junto con el Manchester United. El punta fue la estrella en cada uno de los trofeos levantados, convirtiéndose en el único en anotar en seis finales de copas inglesas, como también se consolidó como máximo anotador del equipo en copas europeas.
En el medio de esta carrera ascendente, el delantero logró consolidar una familia y mostrarse como un ícono y ejemplo de su raza y su pueblo, tanto adentro como afuera de la cancha. El Mejor Jugador Africano clasificó a su selección -de la que es el mayor goleador histórico con 55- al Mundial de Alemania 2006 y utilizó su imagen como medio para pedir, arrodillado en medio del campo y ante las cámaras y los ojos del mundo, que los dos bandos que se enfrentaban en una cruel guerra en su patria se detengan y que haya paz. La respuesta fue el cese de la guerra civil que había durado cinco años.
Parecía que no había nada más por conseguir para Drogba, pero sí lo había: todavía quedaba la promesa de conseguir la orejona. Esa que tanto se negaba y que el fútbol le debía a los londinenses.
Series apretadas contra el Liverpool -con goles fantasmas incluidos-, penales errados, una final en la que una resbalada del capitán blue negó el título y un bombazo de Andrés Iniesta en el minuto 93 -en el famoso Desastre de Stanford Bridge- parecían ser un golpe tras otro para las ilusiones de los azules.
Pero todo cambio en 2012, un año en el que se un proyecto que parecía destinado al éxito con André Villas-Boas se desmoronó y un nada mediático Roberto Di Matteo tuvo que agarrar hasta el final de la temporada. Primero, se levantó la cuarta FA Cup contra el Liverpool. Y el final fue la soñada Copa de Europa en, quizás, el año que menos mereció y menos la esperó.
Luego de una serie durísima contra el Napoli, una serie recordada contra el verdugo Barcelona y una final contra el "Campeón anticipado" Bayern Munich en su estadio, el Chelsea FC llegó a la cima. Todo gracias al héroe más esperado, que puso el empate sobre el final de los 90 y metió el penal decisivo para cerrar la historia. ya no hay nada más que alcanzar. Con su contrato terminado -luego de 157 goles en 303 partidos, quedando como uno de los máximos artilleros históricos- y su decisión tomada de dejar Londres, Didi puede ir a donde quiera. Su misión está cumplida.
lunes, 14 de mayo de 2012
Kun Agüero: el soñador
Si no fuese por Lionel Messi -el mejor futbolista del mundo y uno de los mejores de la historia- Sergio Agüero sería sin dudas el mejor jugador argentino del planeta. Los récords que quiebra el rosarino del Barcelona y sus actuaciones descomunales de cada fin de semana minimizan a los demás "terrestres" y eclipsan lo que hace el ex Independiente, que está formando año a año una carrera genial y demostrando que, con el corazón, fútbol y sueños, se puede llegar muy lejos.
Agüero comenzó a labrar su camino en Independiente, en donde debutó a los 15 años -récord en Argentina- y brilló con sus primeros destellos, enamorando a los hinchas del fútbol argentino con su carisma, su buen juego y sus grandes goles -como en los clásicos ante Racing Club, al que le anotó 3 veces en la misma cantidad de encuentros-. 56 partidos y 23 tantos fueron los números de la perla de la cantera del rojo de Avellaneda.
Ya de joven también inició su relación con la camiseta de la selección nacional -quizás, la que más alegrías le dio y la que mejor le queda- ganando dos mundiales juveniles -el de 2005, con Messi de compañero, y el de 2007, en el que fue figura y goleador- y una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Su siguiente destino fue Madrid, a donde emigró en el 2006. No el Real, sino el Atlético. Ese club destinado a vivir a la sombra del equipo blanco. Ese club que ganó Liga y Copa en la temporada 1995/96, para descender al año siguiente. Ese que tiene a la hinchada más fiel de su lado, como también a la mala suerte. Y que, además, perdió al niño Fernando Torres, que se había ido al Liverpool inglés. El Kun llegó, entonces, con la tarea de devolverle la gloria perdida al colchonero y a hacer olvidar al último ídolo rojiblanco.
Sus 5 años en el Atleti despejaron todas las dudas: 101 goles -entre ellos, tres al Real Madrid y seis al Barcelona- 2 títulos (Europa League y Supercopa de Europa 2010) y un sinfín de alegrías, cómo la clasificación a Champions League en el 2008, después de 10 años. La maldición se había roto, el equipo era uno ganador otra vez.
Aunque no pudo ganar nunca el derby de Madrid -que ahora tiene una hegemonía blanca de 12 años- el argentino sí tuvo dos grandes victorias contra los blaugranas en el Vicente Calderón: recordado un 4 a 2 -con dos goles y dos asistencias suyas en, quizás, su mejor presentación- y un 4 a 3 en el que hizo un doblete y definió todo en el último minuto. Sus dos tantos al Chelsea en un 2 a 2 en la Champions 2009 fue lo que permitió a los madrileños quedar en la Europa, en la que vencieron al Fulham por 2 a 1 en la final 2010 -con dos asistencias del 10 para Diego Forlán, su mejor aliado en el equipo-. Meses después, anotó para derrotar al club campeón del mundo, el Inter de Milán, por 2 a 0.
Sergio dejó Madrid siendo capitán y figura indiscutible para un Atleti que clasificó a Europa -como cada año que el crack estuvo en el plantel- puramente por su magia, ya que Forlán no jugaba por problemas con el técnico y la dirigencia y el resto del equipo estaba en un nivel muy bajo. Su último partido fue contra el Mallorca: 4 a 3 con triplete del delantero. Sin embargo, la hinchada no le perdonó su salida al Manchester City a mediados del 2011. Quizás por alguna declaración del de Argentina, que pidió que lo dejarán ir para cambiar de club y crecer. O quizás porque sentían la impotencia que generaba la ida de su último gran estandarte.
En medio de las negociaciones con el City, Agüero disputó la Copa América en Argentina. La selección tuvo un nivel bajísimo y quedó afuera en cuartos de final contra Uruguay -luego campeón- por penales. En esta copa, mostró su gran categoría con 3 goles en 4 partidos -uno en el empate en uno contra Bolivia, en el partido inaugural, y dos ante Costa Rica-. Estas actuaciones, sumadas a varias anotaciones importantes hechas en las eliminatorias para el Mundial 2010, confirmaron que siempre que viste la camiseta albiceleste, cumple con creces. Más tarde, anotaría en el triunfo clave ante Colombia para el torneo clasificatorio a Brasil 2014, aumentando más sus números y su efectividad con el combinado nacional.
Pero el capítulo final de esta historia es el más sorprendente. Esta es la parte en la que Agüero confirma que es un grande de verdad y que, como un libertador, conquista y llena de gloria a cada lugar al que va. En su primer temporada en el Manchester City, fue la clave para que los citizens quiebren su maldición de 44 años y ganen la Premier League ante, nada más ni nada menos, que el United, su clásico rival.
En una de las definiciones más apretadas y sorprendentes de la historia del fútbol inglés, el City -que fue puntero durante casi toda la temporada, pero que tropezó y quedó a falta de pocas fechas a 8 puntos del United, casi sin esperanzas- logró el campeonato en el último minuto del torneo, derrotando en el Etihad Stadium al Queen's Park Rangers por 3 a 2 -luego de estar abajo por dos goles en los 90 minutos-.
El autor del gol del triunfo fue, claro, el Kun -que terminó la temporada con 30 anotaciones, récord personal-. La liga terminó con los dos equipos de la ciudad empatados en puntos, pero con los celeste con una diferencia de gol de ocho con los reds. Esta ventaja fue conseguida gracias a los dos triunfos en el clásico -si, el City le ganó ambos duelos al más campeón de Inglaterra- por 6 a 1 y 1 a 0.
De esta manera, la mitad ahora rica de Manchester volvió a la gloria después de cuatro décadas, de la mano del pequeño argentino que aparece en los grandes momentos. El que derrocha magia a donde vaya. El que triunfa en donde se lo proponga. El que no para de crecer.
El Kun es verdaderamente un ejemplo de lo que un futbolista debe hacer para llegar a la gloria. Siempre poniéndose nuevos objetivos y con ganas de crecer, el Romario moderno continuará agigantando su historia. La de un ganador, la de un soñador. Grandeza y humildad.
Agüero comenzó a labrar su camino en Independiente, en donde debutó a los 15 años -récord en Argentina- y brilló con sus primeros destellos, enamorando a los hinchas del fútbol argentino con su carisma, su buen juego y sus grandes goles -como en los clásicos ante Racing Club, al que le anotó 3 veces en la misma cantidad de encuentros-. 56 partidos y 23 tantos fueron los números de la perla de la cantera del rojo de Avellaneda.
Ya de joven también inició su relación con la camiseta de la selección nacional -quizás, la que más alegrías le dio y la que mejor le queda- ganando dos mundiales juveniles -el de 2005, con Messi de compañero, y el de 2007, en el que fue figura y goleador- y una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Su siguiente destino fue Madrid, a donde emigró en el 2006. No el Real, sino el Atlético. Ese club destinado a vivir a la sombra del equipo blanco. Ese club que ganó Liga y Copa en la temporada 1995/96, para descender al año siguiente. Ese que tiene a la hinchada más fiel de su lado, como también a la mala suerte. Y que, además, perdió al niño Fernando Torres, que se había ido al Liverpool inglés. El Kun llegó, entonces, con la tarea de devolverle la gloria perdida al colchonero y a hacer olvidar al último ídolo rojiblanco.
Sus 5 años en el Atleti despejaron todas las dudas: 101 goles -entre ellos, tres al Real Madrid y seis al Barcelona- 2 títulos (Europa League y Supercopa de Europa 2010) y un sinfín de alegrías, cómo la clasificación a Champions League en el 2008, después de 10 años. La maldición se había roto, el equipo era uno ganador otra vez.
Aunque no pudo ganar nunca el derby de Madrid -que ahora tiene una hegemonía blanca de 12 años- el argentino sí tuvo dos grandes victorias contra los blaugranas en el Vicente Calderón: recordado un 4 a 2 -con dos goles y dos asistencias suyas en, quizás, su mejor presentación- y un 4 a 3 en el que hizo un doblete y definió todo en el último minuto. Sus dos tantos al Chelsea en un 2 a 2 en la Champions 2009 fue lo que permitió a los madrileños quedar en la Europa, en la que vencieron al Fulham por 2 a 1 en la final 2010 -con dos asistencias del 10 para Diego Forlán, su mejor aliado en el equipo-. Meses después, anotó para derrotar al club campeón del mundo, el Inter de Milán, por 2 a 0.
Sergio dejó Madrid siendo capitán y figura indiscutible para un Atleti que clasificó a Europa -como cada año que el crack estuvo en el plantel- puramente por su magia, ya que Forlán no jugaba por problemas con el técnico y la dirigencia y el resto del equipo estaba en un nivel muy bajo. Su último partido fue contra el Mallorca: 4 a 3 con triplete del delantero. Sin embargo, la hinchada no le perdonó su salida al Manchester City a mediados del 2011. Quizás por alguna declaración del de Argentina, que pidió que lo dejarán ir para cambiar de club y crecer. O quizás porque sentían la impotencia que generaba la ida de su último gran estandarte.
En medio de las negociaciones con el City, Agüero disputó la Copa América en Argentina. La selección tuvo un nivel bajísimo y quedó afuera en cuartos de final contra Uruguay -luego campeón- por penales. En esta copa, mostró su gran categoría con 3 goles en 4 partidos -uno en el empate en uno contra Bolivia, en el partido inaugural, y dos ante Costa Rica-. Estas actuaciones, sumadas a varias anotaciones importantes hechas en las eliminatorias para el Mundial 2010, confirmaron que siempre que viste la camiseta albiceleste, cumple con creces. Más tarde, anotaría en el triunfo clave ante Colombia para el torneo clasificatorio a Brasil 2014, aumentando más sus números y su efectividad con el combinado nacional.
Pero el capítulo final de esta historia es el más sorprendente. Esta es la parte en la que Agüero confirma que es un grande de verdad y que, como un libertador, conquista y llena de gloria a cada lugar al que va. En su primer temporada en el Manchester City, fue la clave para que los citizens quiebren su maldición de 44 años y ganen la Premier League ante, nada más ni nada menos, que el United, su clásico rival.
En una de las definiciones más apretadas y sorprendentes de la historia del fútbol inglés, el City -que fue puntero durante casi toda la temporada, pero que tropezó y quedó a falta de pocas fechas a 8 puntos del United, casi sin esperanzas- logró el campeonato en el último minuto del torneo, derrotando en el Etihad Stadium al Queen's Park Rangers por 3 a 2 -luego de estar abajo por dos goles en los 90 minutos-.
El autor del gol del triunfo fue, claro, el Kun -que terminó la temporada con 30 anotaciones, récord personal-. La liga terminó con los dos equipos de la ciudad empatados en puntos, pero con los celeste con una diferencia de gol de ocho con los reds. Esta ventaja fue conseguida gracias a los dos triunfos en el clásico -si, el City le ganó ambos duelos al más campeón de Inglaterra- por 6 a 1 y 1 a 0.
De esta manera, la mitad ahora rica de Manchester volvió a la gloria después de cuatro décadas, de la mano del pequeño argentino que aparece en los grandes momentos. El que derrocha magia a donde vaya. El que triunfa en donde se lo proponga. El que no para de crecer.
El Kun es verdaderamente un ejemplo de lo que un futbolista debe hacer para llegar a la gloria. Siempre poniéndose nuevos objetivos y con ganas de crecer, el Romario moderno continuará agigantando su historia. La de un ganador, la de un soñador. Grandeza y humildad.
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